El Jardín de los Sueños



Era una vez, en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde la vida era simple y la gente solía vivir en armonía. En ese pueblo, había un jardín mágico que todos los niños conocían, pero nadie se atrevía a visitar. Se decía que era un lugar donde los sueños se volvían realidad, pero también que estaba custodiado por un viejo sabio llamado Don Florencio, un hombre con una larga barba blanca y una mirada profunda.

Un día, dos mejores amigos, Valentina y Julián, decidieron aventurarse a descubrir qué había en ese jardín.

"¿Te imaginás lo que podríamos encontrar ahí?" - dijo Valentina emocionada.

"¡Sí! Tal vez podamos hacerlo realidad. Soy el mejor en todo lo que hago y vos también, Val!" - le respondió Julián, mostrándose seguro de sí mismo.

Ambos guardaron sus miedos en sus mochilas y partieron hacia el jardín. Al llegar, encontraron un gran portón cubierto de enredaderas. Don Florencio estaba allí, plantando flores.

"Hola, niños. ¿Qué busquen en el Jardín de los Sueños?" - les preguntó con curiosidad.

"¡Queremos que nuestros sueños se hagan realidad!" - exclamó Julián.

"¿Y cuáles son esos sueños?" - preguntó Don Florencio, mirándolos con ternura.

Valentina comenzó a hablar primero.

"Quiero ser una gran artista y pintar cuadros que cuenten historias."

"Y yo quiero ser un inventor y crear juguetes que hagan felices a los niños." - añadió Julián, con los ojos brillantes.

"Para que sus sueños se hagan realidad, deben trabajar en ellos. Cada uno tiene que encontrar su propia semilla y cuidarla con esfuerzo y pasión" - les explicó Don Florencio.

Los niños miraron el jardín y cada flor se transformó en una pequeña semilla que flotaba en el aire.

":¿Cómo encontraremos nuestras semillas?" - preguntó Valentina, un poco decepcionada.

"La semilla de un sueño se encuentra en tu interior. Deben buscar lo que realmente les apasiona, eso les mostrará qué semilla recoger" - les respondió el sabio.

Julián quedó pensativo, pero pronto se dio cuenta de que su amor por jugar a inventar cosas era su pasión. Mientras tanto, Valentina recordó los días en que pasaba horas dibujando criaturas fantásticas.

"¡Yo sé, yo sé! Voy a hacer un cuadro para que toda la gente lo vea!" - gritó Valentina.

"Y yo voy a hacer el mejor juguete del mundo, algo que se mueva y cante!" - añadió Julián, decidido.

"Muy bien, entonces, ¡las semillas ya están en su mente! Ahora, a trabajar. De regreso al pueblo, ustedes serán los guardianes de sus sueños – deben cuidar de sus semillas todos los días" - les dijo Don Florencio antes de dejarlos ir.

Los amigos volvieron a Arcoíris y se pusieron manos a la obra. Valentina buscó colores y pinceles, mientras que Julián recolectó materiales para su invento. Pero los días pasaron y aunque estaban emocionados, comenzaron a dudar de sí mismos.

"¿Y si no puedo?" - lloró Valentina un día.

"No te desanimes. Siempre hay que seguir adelante, Val! Vos podés!" - le dijo Julián, apoyándola.

Unas semanas después, Julián tuvo una idea brillante.

"Vamos a organizar una exposición de arte y una feria de juguetes en el parque!"

"¡Es una gran idea! Así la gente podrá ver todo lo que hacemos!" - respondió Valentina, sonriendo.

Los amigos trabajaron juntos, prepararon todo y el día de la exposición, fueron los más nerviosos, pero también los más emocionados. El parque estaba lleno de gente, y los rostros de ambos amigos brillaban de felicidad.

"Es el momento, Val."

"Sí, ¡hace clic en el botón de 'comenzar'!" - respondieron juntos.

Los niños comenzaron a mostrar sus obras y creaciones. Todos quedaron asombrados por las ideas de Julián y la belleza de los cuadros de Valentina. La gente los celebró, y sentaron las bases para un increíble futuro.

"Mirá lo que hemos logrado, ¿no es increíble?" - dijo Julián emocionado.

"Sí, fue todo un viaje. Ahora entiendo que si cuidas tu semilla y trabajás en tu sueño, todo es posible."

Don Florencio se apareció al final de la exposición y, al ver a los niños felices y satisfechos, sonrió con orgullo.

"Ahora entiendo que el jardín no solo era un lugar mágico, sino que también está en el corazón de cada uno de ustedes. Nunca dejen de cuidar sus sueños."

Y así, Valentina y Julián aprendieron la importancia de trabajar en sus sueños y perseverar, y desde entonces, nunca dejaron de cuidar su jardín interior.

FIN.

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