El Jardín de los Sueños
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Esperanza, una niña llamada Luna. Ella amaba explorar el mundo que la rodeaba, especialmente el jardín de su abuela, el cual era un lugar lleno de flores mágicas, árboles centenarios y un aroma que invitaba a soñar. Sin embargo, Luna notaba que el jardín no estaba tan alegre como solía estar. Las flores se marchitaban y los árboles parecían tristes.
Una tarde, mientras recogía algunas flores, se encontró con un pequeño duende llamado Pip. Con su gorro puntiagudo y su sonrisa chispeante, el duende le dijo:
"¡Hola, Luna! Soy Pip, el guardián de este jardín."
"¿Guardían? ¿Por qué está tan triste?"
"Las flores han dejado de soñar, y sin sus sueños, se marchitan. Necesitan ayuda para volver a soñar."
Luna se sintió conmovida por la situación del jardín y decidió que haría todo lo posible para ayudar a Pip y a las flores.
"¿Cómo puedo ayudar?"
"Debes encontrar el Pétalo de los Sueños. Se dice que puede revivir la magia del jardín. Pero es un viaje peligroso, debes atravesar el Bosque de las Adivinanzas y el Río de los Susurros."
Sin dudarlo, Luna se puso en marcha. Al llegar al Bosque de las Adivinanzas, se encontró con una enorme tortuga con un corazón de oro.
"¡Hola, joven soñadora! Para continuar tu camino, debes responder a una adivinanza. Si no lo haces, no podrás avanzar."
La tortuga le dijo:
"Soy ligero como una pluma, pero ni el hombre más fuerte puede sostenerme por mucho tiempo. ¿Qué soy?"
Luna pensó y pensó, y finalmente respondió:
"¡El aliento!"
"¡Correcto! Puedes pasar, pequeña."
Luna continuó su camino hasta llegar al Río de los Susurros, donde una hermosa sirena estaba sentada en la orilla.
"¡Hola, valiente viajera! Para cruzar el río, debes contarme un secreto de tu corazón."
Luna sintió que era un reto, pero confió en su intuición.
"Siempre he querido ser artista, pero a veces tengo miedo de que no sea lo suficientemente buena."
La sirena sonrió y le dijo:
"Ese miedo es parte de ti. Abraza tus sueños y sigue adelante, porque tú eres más poderosa de lo que crees. ¡Cruza el río!"
Luna cruzó el río y llegó a un claro brillante donde crecía el Pétalo de los Sueños, era radiante y hermoso. Pero al acercarse, un dragón pequeño la miró con ojos amber.
"¿Por qué has venido hasta aquí?"
Luna, sin miedo, contestó:
"Vine a buscar el Pétalo de los Sueños. Las flores de mi jardín lo necesitan para volver a soñar."
El dragón achicó sus ojos y, tras un momento de silencio, le dijo:
"Soy el protector del pétalo, pero he olvidado cómo volar y no puedo dejarlo ir. Si me ayudas a recordar, te lo daré."
Luna le recordó al dragón lo maravilloso que es soñar, como en el momento de volar libremente.
"Solo necesitas creer en ti mismo y dejar que la magia te envuelva."
Con esas palabras, el dragón comenzó a agitar sus alas y, poco a poco, se elevó en el aire, un brillo resplandeciente rodeándolo.
"¡Lo logré! ¡Puedo volar! Gracias, pequeña soñadora. Aquí tienes el Pétalo de los Sueños."
Regresó al jardín, corriendo hacia Pip. Con el pétalo en sus manos, ambos comenzaron a recitar un hechizo que hicieron florecer el jardín. Las flores comenzaron a brillar, los árboles reverdecieron y el aire se llenó de risas y música.
"¡Lo logramos, Luna! Este jardín será un lugar de sueños de nuevo."
"Y yo siempre recordaré que nunca debo dejar de soñar, no importa los obstáculos que haya!"
Desde entonces, el jardín de Luna se convirtió en un lugar mágico, y cada vez que alguien entraba, escuchaba las historias de los sueños que allí vivían.
Y así, Luna aprendió que seguir sus sueños y ayudar a otros a soñar era la clave para transformar el mundo a su alrededor.
FIN.