El Jardín de los Sueños
Había una vez en un reino lejano un hermoso jardín lleno de colores vibrantes y flores que susurraban secretos al viento. Sin embargo, este jardín era especial por una razón: ¡su dueño, el viejo jardinero Mateo, tenía el poder de hacer que los sueños de los niños se volvieran realidad!
Un día, dos amigos inseparables, Valen y Sofi, decidieron visitar el jardín en busca de su propio sueño. Valen soñaba con volar como un pájaro, mientras que Sofi quería aprender a hablar con animales. Así que, con una cesta de galletitas de su abuela, hicieron su camino hacia el jardín.
Al llegar, se encontraron con Mateo, que les sonrió amablemente.
"Hola, pequeños aventureros. ¿Qué los trae por aquí?" - preguntó el jardinero, mientras cuidaba una planta de colores brillantes.
"Queremos cumplir nuestros sueños, abuelo Mateo." - respondió Sofi.
"Sí, queremos ser como en las historias que leemos en los libros." - agregó Valen.
Mateo los miró pensativo y les dijo:
"Muy bien. Pero primero, deben aprender algo importante sobre los sueños. No se trata solo de desearlos, sino de trabajar para lograrlo. ¿Están listos para la aventura?"
Ambos asintieron entusiasmados.
Así comenzó una serie de desafíos que Mateo había preparado para ellos. El primer reto era recoger flores especiales que solo florecían en el amanecer. Eran flores que contenían el poder de los sueños, pero también eran muy frágiles.
"Recuerden, debemos ser cuidadosos y respetuosos con la naturaleza." - les recordó Mateo.
Trabajaron juntos, aprendiendo a comunicarse y a colaborar. Valen era ágil y alcanzaba las flores más altas, mientras que Sofi se encargaba de las más cercanas al suelo. Lentamente, el cesto de galletitas se fue llenando de luces de colores.
Después de varias horas, lograron llenar el cesto, pero aún había un desafío más. Mateo les propuso plantar las flores en un lugar especial del jardín.
"¿Por qué plantar?" - preguntó Sofi, un poco confundida.
"Porque cada sueño necesita un lugar donde crecer. Si solo los guardan en sus corazones, nunca florecerán. ¿Están listos para plantar contigo?" - explicó Mateo.
Valen y Sofi, emocionados, comenzaron a plantar las flores hablando y riendo, mientras Mateo les enseñaba la importancia de cuidar lo que plantaban. Sin embargo, en medio de su trabajo, una nube oscura apareció sobre el jardín, traída por un viento helado que intentó llevarse las flores que habían plantado.
"¡Rápido, tenemos que proteger nuestro trabajo!" - gritó Valen.
Ambos corrieron a cubrir las flores con sus cuerpos. Sofi, recordando lo que había aprendido sobre la comunicación, comenzó a hablar con el viento.
"¡Por favor, viento! No queremos que se lleves nuestras flores. ¡Son nuestros sueños!" - suplicó.
Para su sorpresa, el viento se detuvo. Era como si hubiera escuchado su llamado. La tormenta se calmó y las nubes se despejaron. Mateo los miró con orgullo.
"Verán, pequeños, los sueños no solo se cumplen, a veces hay que defenderlos y hablar con el mundo sobre ellos. Eso es lo que las flores necesitan." - les explicó.
Al final del día, el jardín se había llenado de risas, colores y sueños. Mateo les dijo que los ayudara a cuidar del jardín.
"Recuerden que un sueño se puede convertir en un hermoso jardín si trabajamos juntos." - les sonrió, mientras los niños lo miraban con ojos brillantes.
Así fue como Valen y Sofi aprendieron que los sueños son hermosos, pero requieren esfuerzo y amor. Y, aunque nunca volaron como pájaros, descubrieron que podían hablar con los animales del jardín y cuidarlo como los mejores amigos.
Desde aquel día, cada vez que visitaban el jardín, llevaban consigo nuevos sueños, pero también una lección: los sueños se cumplen con dedicación y amor. Y el jardín siempre floreció, lleno de amistad y esperanza.
FIN.