El Jardín de los Sueños
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, un jardín mágico que solo unos pocos conocían. Este jardín era especial porque tenía la habilidad de hacer realidad los sueños de aquellos que eran lo suficientemente valientes para buscarlo.
Una niña llamada Lucy había oído rumores sobre el jardín desde que era muy pequeña. Era una niña curiosa y soñadora, y siempre anhelaba encontrar ese lugar. Un día, decidió que era el momento de intentar la aventura.
"Mamá, quiero encontrar el Jardín de los Sueños" - le dijo Lucy a su madre.
"Es solo una leyenda, Lucy. Hay muchas historias así, pero no son más que cuentos" - respondió su mamá con una sonrisa.
A pesar de la respuesta de su madre, Lucy estaba decidida. Se preparó con una mochila llena de provisions - galletitas, un bocadillo, y su cuaderno de dibujos - y partió hacia las montañas.
Después de unas horas de caminata, se encontró con una anciana que estaba sentada junto a un árbol enorme. Tenía un sombrero de paja y una gran sonrisa.
"¿Hacia dónde vas, pequeña?" - preguntó la anciana.
"Voy a buscar el Jardín de los Sueños" - dijo Lucy emocionada.
"Mmmm... muchos han intentado encontrarlo, pero pocos lo han logrado. ¿Qué sueñas tú?" - preguntó la anciana.
"Quiero volar como un pájaro y explorar el cielo" - respondió Lucy con los ojos brillantes.
"Entonces, tendrás que descubrir el mapa de tus sueños" - dijo la anciana, entregándole un pequeño trozo de papel con extrañas marcas.
Lucy observó el papel y vio un dibujo de un camino que cruzaba un puente.
"Gracias, señora. Seguiré este mapa" - afirmó con determinación.
Lucy siguió las instrucciones del mapa y, tras un largo y entretenido recorrido, llegó a un hermoso puente de madera que crujía bajo sus pasos. Al cruzar el puente, sintió que algo mágico la envolvía.
Al final del camino, encontró una puerta pequeña y colorida incrustada en un arbusto. Con un poco de esfuerzo, logró abrir la puerta y se encontró en un mundo increíble, lleno de colores brillantes y criaturas fantásticas.
De repente, un pájaro enorme se posó a su lado.
"¡Hola! Soy Toño, el guardián del Jardín de los Sueños. ¿Qué te trae hasta aquí?" - preguntó el pájaro sonriendo.
"He venido a buscar mi sueño de volar" - respondió Lucy emocionada.
"Para volar, primero debes aprender a soñar en grande. ¿Te gustaría intentarlo?" - propuso Toño.
"¡Sí!" - exclamó Lucy.
Toño le enseñó cómo usar su imaginación de maneras creativas. Juntos volaron sobre montañas de caramelos, ríos de chocolate y selvas de flores cantantes.
"Esto es increíble, Toño. Nunca había soñado así" - dijo Lucy.
Sin embargo, cuando regresaron al jardín, Lucy se dio cuenta de que el tiempo había pasado.
"Debo volver a casa, pero no quiero que esto se acabe" - dijo Lucy un poco triste.
"Aunque debes regresar, puedes llevarte la magia de sus sueños contigo. Nunca dejes de soñar, Lucy" - le aseguró Toño.
Lucy salió del jardín y volvió a casa, llena de ideas y sueños que plasmaría en su cuaderno.
"Mamá, encontré el Jardín y aprendí a soñar en grande" - le contó a su madre entusiasmada al llegar.
"¡Eso es maravilloso, querida!" - respondió su mamá abrazándola.
Con el tiempo, Lucy entendió que no necesitaba un jardín mágico para perseguir sus sueños. A partir de ese día, se dedicó a dibujar lo que imaginaba, a contar historias y a compartir su alegría con los demás.
El Jardín de los Sueños siempre estaría en su corazón, y cada vez que miraba el cielo, recordaba que los sueños son para volar.
Y así, con valentía, imaginación y un poco de magia en su vida, Lucy siguió persiguiendo sus sueños, convirtiendo cada día en una nueva aventura.
Fin.
FIN.