El Jardín de los Sueños
En un pequeño pueblo llamado Colorín, vivía una niña llamada Sofía. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y una idea brillante en su cabeza. Pero, lo que más le encantaba a Sofía era jugar en el jardín de su abuela, donde las flores bailaban con el viento y los pájaros cantaban melodías mágicas.
Un día, mientras Sofía estaba regando las plantas, notó que una flor amarilla brillante estaba marchita. Preocupada, se acercó y preguntó:"¿Qué te pasa, Florcita?"
La flor, débilmente, respondió:"Me siento triste porque nadie parece notar mi belleza. Todos miran las flores rojas, azules y violetas. Yo quiero brillar también."
Sofía pensó por un momento y dijo:"No te preocupes, tengo una idea. Vamos a hacer una fiesta en el jardín para que todos te conozcan."
La flor se animó y le contestó:"¡Sí, eso podría funcionar! Pero necesitamos invitar a todos los insectos y animales del jardín."
Esa noche, Sofía se encargó de escribir invitaciones. Usó hojas de papel recicladas y su mejor lápiz de colores. Cuando terminó, corrió a entregar las invitaciones a todos los habitantes del jardín.
El día de la fiesta, el jardín estaba lleno de colores y vida. Los gorriones cantaron melodías alegres, las mariposas danzaban entre las flores, y hasta el viejo sapo, Don Limoncio, llegó con su tambor.
"¡Bienvenidos todos!" -exclamó Sofía al verlos llegar. "Hoy celebramos la belleza de todas las flores, pero especialmente de nuestra amiga Florcita."
"¡Viva Florcita!" -gritaron los insectos al unísono.
Florcita, emocionada, comenzó a levantarse y a brillar más que nunca.
"¡Gracias, Sofía! Nunca había sentido tanta alegría."
La fiesta fue un éxito. Cada uno compartía algo especial, las luciérnagas mostraron sus luces, las abejas trajeron miel y hasta los caracoles se unieron con sus historias.
Sin embargo, en medio de la fiesta, una nube enorme comenzó a cubrir el sol.
"Oh, no, la luz se va a ir..." -dijo un pequeño pajarito, asustado.
Sofía, sin dudar, tuvo otra idea interesante.
"¡Vamos a hacer una carrera de colores! Si todos corremos juntos, tal vez podamos asustar a la nube."
Los animales y los insectos se miraron unos a otros y luego, entusiasmados, empezaron a correr en círculos.
"¡Rápido, más rápido!" -gritó Sofía.
A medida que aumentaba su velocidad, un viento cálido sopló fuerte y comenzó a despejar la nube.
Finalmente, el sol brilló de nuevo.
"¡Lo hicimos!" -exclamó Sofía.
Todo el jardín estalló en aplausos y risas.
"Florcita, eres increíble, gracias a vos iluminamos el jardín."
Desde ese día, cada vez que alguien se sentía poco importante, Sofía organizaba una fiesta en el jardín para recordarle a cada flor que todos tienen su propia belleza única.
Y así, en el pequeño pueblo de Colorín, el Jardín de los Sueños se llenó de risas, colores y amor por todos por igual, enseñando a cada niño que no hay nada más hermoso que ser uno mismo y brillar con luz propia.
FIN.