El Jardín de los Sueños



Érase una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, un hermoso jardín llamado 'El Jardín de los Sueños'. Este jardín era especial porque, en cada una de sus flores, crecía un sabor único y un aroma que llenaba el aire de magia. Rosa, la dueña del jardín, era una apasionada jardinera que dedicaba su tiempo a cuidar sus plantas y a cultivar perfumes naturales que vendía en su puesto del mercado.

Un día, dos niños, Matías y Francisco, se atravesaron en el camino de Rosa mientras jugaban a la pelota en la plaza.

"¡Mirá, Fran! Ese jardín huele increíble. ¿Te imaginás lo que debe haber ahí?" - dijo Matías, mientras se asomaba hacia el jardín.

"¡Sí! Me encantaría saber cómo lo hace" - respondió Francisco, intrigado.

Ambos niños decidieron acercarse y preguntar a Rosa sobre sus flores y su arte de crear perfumes.

"¡Hola, chicos! Bienvenidos a mi jardín. Aquí tengo muchas variedades de flores. Cada una tiene un perfume distinto, y con sus esencias hago mis mezclas" - explicó Rosa, con una sonrisa cálida.

Matías y Francisco se miraron emocionados.

"¿Podemos aprender a hacer perfumes también?" - preguntó Francisco.

"Claro que sí. Pueden ayudarme a recolectar flores y luego les enseñaré a mezclar sus olores para crear fragancias únicas" - contestó Rosa.

Los niños estaban encantados y comenzaron a ayudar a Rosa en el jardín. Aprendieron a cuidar las plantas, a regarlas y, sobre todo, a conocer los diferentes aromas que cada flor podía ofrecer.

Un día, mientras recolectaban flores, Matías dijo:

"¿Y si hacemos un perfume especial para la fiesta del barrio? Así todos pueden disfrutar de nuestro trabajo".

"Es una gran idea! Pero, ¿cómo lo hacemos?" - preguntó Francisco, algo nervioso.

"Podemos mezclar nuestras flores favoritas y crear un perfume que represente nuestra amistad" - respondió Matías.

Rosa sonrió y asintió.

"¡Me encanta la idea! Para hacer un buen perfume necesitamos flores que se combinan bien. Vamos a probar con lavanda, jazmín y un poco de rosa. Estos aromas son muy armoniosos" - sugirió Rosa, mientras guiaba a los niños hacia las flores.

Los chicos recolectaron las flores, disfrutando de cada momento y de cada aroma que las plantas les ofrecían. Sin embargo, al momento de hacer el perfume, se dieron cuenta de que no tenían suficiente lavanda.

"¡Oh no! Ahora no podremos hacer nuestro perfume" - dijo Francisco, desanimado.

"No te preocupes, Fran. Podemos pedirle ayuda a mi abuela. Ella tiene un jardín hermoso también y quizás tenga un poco de lavanda para prestarnos" - sugirió Matías.

Así que fueron a casa de la abuela de Matías, que estaba encantada de ayudar.

"Por supuesto, chicos. Pero solo si me cuentan sobre su aventura en el jardín" - dijo la abuela entre risas.

Matías y Francisco pasaron un rato contando todas las cosas que habían aprendido con Rosa y cómo querían hacer un perfume para la fiesta. La abuela les dio la lavanda y les dijo:

"Recuerden que la mejor parte de crear algo es compartirlo con los demás. Estoy segura de que les quedará maravilloso".

Finalmente, regresaron al jardín y, con la ayuda de Rosa, mezclaron las flores. Juntos trabajaron en equipo y se divirtieron tanto que ni se dieron cuenta del tiempo.

"¡Lo logramos! El perfume huele increíble!" - gritó Matías, olfateando la mezcla.

"Sí, es como un abrazo de flores" - agregó Francisco.

Rosa se unió a su alegría y exclamó:

"Ahora tenemos que prepararlo para la fiesta. Espero que todos lo disfruten como ustedes".

La noche de la fiesta, los chicos acompañaron a Rosa a presentar su perfume. La gente del barrio hizo fila para oler la creación de los niños.

"¡Es maravilloso!" - decían algunos, mientras otros elogiaban la fragancia floral.

Matías y Francisco estaban llenos de orgullo, y se dieron cuenta de cuánto habían aprendido y crecido a lo largo de la aventura.

"Todo esto no hubiera sido posible sin tu ayuda, Rosa" - dijo Francisco.

"Y sin la colaboración de mi abuela" - agregó Matías.

"Chicos, el perfume es hermoso, pero lo más importante fue la experiencia que compartieron. Recuerden que trabajar juntos hace maravillas" - concluyó Rosa.

Y así, el Jardín de los Sueños se llenó de risas, flores y aromas, recordando que la amistad y la colaboración son la verdadera esencia de la vida. Desde aquel día, Matías y Francisco continuaron aprendiendo y ayudando a Rosa en su jardín, cada vez un poco más, y prometieron nunca olvidar la magia que habían creado juntos.

FIN.

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