El Jardín de los Sueños



Era un día soleado y Harry, un niño de diez años lleno de curiosidad, se dirigía emocionado a la casa de su primo. Iba pensando en todas las aventuras que podrían vivir juntos. Sin embargo, mientras cruzaba un camino, de repente todo se volvió negro. Harry se asustó y se dio cuenta de que estaba en un lugar desconocido. Cuando el negro comenzó a desvanecerse, pudo ver una luz brillante al fondo de un jardín.

- ¿Dónde estoy? - se preguntó Harry, sintiendo un cosquilleo de intriga.

Con pasos titubeantes, se acercó a la luz y, al cruzar un pequeño umbral, se encontró en un jardín mágico lleno de flores de colores brillantes y criaturas sorprendentes. Delante de él, había un grupo de personas diminutas que parecían estar muy ocupadas.

- ¡Hola! - gritó una de ellas, que no era más grande que la mano de Harry. - ¡Bienvenido al Jardín de los Sueños!

Harry, aliviado, sonrió y siguió hablando.

- ¿Cómo llegué aquí?

- Verás - respondió la diminuta criatura con voz melodiosa - has sido elegido para cumplir una misión importante. Necesitamos tu ayuda para encontrar la Gran Semilla de la Amistad y salvar nuestro jardín de la Oscuridad que se aproxima.

Curioso y emocionado, Harry aceptó el reto. En ese instante, una figura muy grande apareció detrás de los diminutos. Era un gigante amable llamado Gigantón, quien ofreció su apoyo.

- ¡No te preocupes! - dijo Gigantón, inclinándose para estar a la altura de Harry. - Te llevaré en mi espalda para que veamos más rápido el jardín.

- Estoy listo para la aventura - exclamó Harry con determinación.

Así, emprendieron un recorrido. Pasaron por un río de caramelos, donde Harry se detuvo a probar un poco.

- ¡Esto es increíble! - dijo mientras disfrutaba.

- Recuerda, la aventura es divertida, pero no podemos perder el tiempo - le recordó una de las criaturas diminutas.

Después de un rato, llegaron a una colina, donde encontraron la primera pista: un mapa hecho de hojas brillantes con un acertijo escrito en él.

- Esto dice que debemos buscar bajo el Árbol de los Susurros - dijo uno de los diminutos.

- ¡Vamos, al Árbol de los Susurros! - ordenó Gigantón mientras avanzaban.

- ¿Pero qué es eso? - preguntó Harry, un poco nervioso.

- Es un lugar donde las hojas cuentan historias, y sólo el más valiente puede escuchar sus secretos - respondió otra criatura pequeña.

Tras varias peripecias, como esquivar un río de hojas en llamas y ayudar a un pájaro a encontrar su hogar, llegaron al Árbol de los Susurros. Las hojas comenzaron a susurrar mientras Harry se acercaba.

- ¡Escucha con atención! - le dijo una de las criaturas.

- ¿Qué debo hacer? - preguntó Harry, sintiendo la adrenalina.

Con su corazón latiendo fuerte, Harry hizo lo que cada hoja susurraba y, como resultado, descubrió que la Gran Semilla estaba escondida en la parte más alta del árbol.

- Tendremos que escalar - retó Gigantón, señalando el enorme tronco lleno de ramas.

Juntos, con mucho esfuerzo, lograron llegar hasta la cima. Allí, entre las ramas más altas, encontraron la Gran Semilla de la Amistad, resplandeciendo como un sol dorado.

- ¡Lo logramos! - gritó Harry eufórico.

- Pero debemos apresurarnos, la Oscuridad viene - dijo una de las criaturas diminutas.

- ¿Qué haremos ahora? - preguntó Harry, un poco preocupado.

- Hay que plantarla en el centro del jardín - ordenó Gigantón.

Juntos, volvieron corriendo al centro del jardín y plantaron la semilla. En cuanto la tierra la recibió, un resplandor iluminó todo el lugar, ahuyentando a la Oscuridad. Los colores del jardín se intensificaron y las criaturas comenzaron a bailar.

- ¡Lo hicimos! ¡Gracias, Harry! - celebraron todos.

- Pero yo sólo seguí mis instintos. Todos somos importantes aquí - dijo Harry modestamente.

Con la amabilidad y la valentía de todos, el Jardín de los Sueños se salvó. Harry sintió una profunda felicidad, sabiendo que había hecho amigos en un lugar tan mágico. Con un destello de luz, se sintió envuelto de nuevo por la oscuridad, pero esta vez con esperanza.

Cuando volvió en sí, estaba en la vereda rumbo a la casa de su primo, con un brillo especial en sus ojos y una sonrisa. Aunque no podía contarles a los demás su viaje, llevaba consigo una lección invaluable: cuando unimos nuestras fuerzas y valor, podemos vencer cualquier oscuridad que se presente en el camino.

FIN.

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