El Jardín de los Sueños
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde los árboles danzaban con el viento y las flores cantaban al amanecer. En este lugar vivía una niña llamada Lila, quien tenía un corazón lleno de curiosidad y sueños. Lila soñaba con crear el jardín más hermoso del mundo para las criaturas del bosque.
Un día, caminando por el bosque, Lila encontró una semilla brillante que capturó su atención. - ¡Mirá lo que encontré! - exclamó, mostrando la semilla a su mejor amigo, Tomi.
- ¿Qué es eso? - preguntó Tomi, con los ojos bien abiertos.
- No lo sé, pero creo que es mágica. ¡Voy a plantarla en mi jardín! - decidió Lila, emocionada.
Lila plantó la semilla en su jardín y todos los días la cuidaba con amor. Sin embargo, pasaron semanas y no aparecía nada. Lila comenzó a sentirse triste y dudosa. - Tal vez no era tan mágica como pensaba - susurró a su perro, Lucas, que siempre la acompañaba.
Lucas movió la cola como si dijera que no se rindiera.
Una tarde, mientras Lila regaba sus plantas, una anciana apareció de repente. - Hei, pequeña - dijo la anciana, con una voz suave.
- ¡Hola! - respondió Lila, sorprendida.
- He visto que cuidas bien tu jardín, pero parece que te sientes desanimada.
- Sí, planté esta semilla mágica, pero no crece - se lamentó Lila.
La anciana sonrió y se le acercó. - Las cosas mágicas a veces tardan en mostrarse. La paciencia es clave. - Pero… ¿cómo puedo tener paciencia? - preguntó Lila, frunciendo el ceño.
- Cada día, dale un poco de amor y cuidado. Y recuerda que, mientras esperas, puedes seguir soñando y creando. -
Lila decidió seguir el consejo de la anciana. Empezó a inventar historias sobre lo que podía crecer de la semilla. Un día imaginó un árbol que daba frutos de colores; otro día soñó con flores que cantaban y bailaban.
Cada noche, antes de dormir, bajaba al jardín y le contaba las historias a la tierra donde había plantado la semilla.
Un día, al volver de jugar con Tomi, Lila vio algo increíble: ¡la semilla había brotado! Un pequeño brote verde asomaba entre la tierra. - ¡Tomi, ven rápido! - gritó, llena de alegría.
- ¡Wow! - exclamó Tomi, admirando el brote.
- ¡Espera a que crezca! - dijo Lila emocionada.
Y así, día tras día, el brote creció hasta convertirse en una hermosa planta llena de flores de colores vibrantes. Las flores no solo eran hermosas, sino que también emitían melodías suaves al viento.
- ¡Es como si estuvieran cantando! - dijo Tomi con sorpresa.
- Sí, ¡mi jardín de sueños! - sonrió Lila, pero había algo más que ella no sabía.
Una mañana, Lila y Tomi se dieron cuenta de que las flores empezaban a desvanecerse. - ¿Qué está pasando? - preguntó Lila, preocupada.
- No lo sé. Tal vez necesiten otra cosa - sugirió Tomi.
Lila recordó entonces las palabras de la anciana sobre cuidar la tierra y decidió investigar.
Juntos, fueron al lago cerca del bosque para observar el agua y la vida que la rodeaba. Descubrieron que muchas criaturas del bosque también dependían de las flores para alimentarse y buscar refugio. - ¡Tomi, debemos cuidar de nuestro jardín también por ellos! - propuso Lila, con una nueva resolución.
- ¡Sí! - afirmaron al unísono.
Regresaron al jardín y comenzaron a plantar nuevas semillas, a cuidar las plantas y a crear un espacio donde los animales pudieran venir a jugar y descansar. La magia del jardín comenzó a florecer más que nunca, atrayendo a mariposas, pájaros y hasta pequeños ciervos.
Pasaron las estaciones y el jardín de Lila se convirtió en un lugar mágico donde todos podían venir a disfrutar. La anciana volvió a visitar a Lila un día. - ¡Mira lo que has creado, pequeña! - dijo con una sonrisa de orgullo.
- He aprendido que la paciencia y el trabajo en equipo son la clave - respondió Lila, mirando a su alrededor.
- La verdadera magia está en compartir y cuidar a los demás. -
Desde ese día, Lila no solo mantuvo su jardín, sino que también enseñó a otros en el pueblo a cuidar de la naturaleza y a respetar la vida que la rodeaba. Y así, el Jardín de los Sueños se volvió un símbolo de amor, amistad y responsabilidad en Arcoíris, un lugar donde todos los sueños podían florecer.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.