El Jardín de los Sueños



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, un niño llamado Lucas que soñaba con tener el jardín más hermoso del mundo. Sin embargo, su madre siempre decía: - No todos los sueños se pueden hacer realidad, Lucas. - Esto desanimaba al niño, pero no lo detenía. Con su corazón lleno de determinación, decidió que él mismo haría crecer su jardín.

Un día, mientras exploraba un viejo cobertizo en su patio, Lucas encontró semillas de flores de colores y una pala que había pertenecido a su abuelo, que también había sido un gran jardinero. - ¡Esto es perfecto! - exclamó, lleno de emoción. Comenzó a preparar el terreno, recordando los consejos que le había escuchado a su abuelo.

Pasaron semanas mientras Lucas sembraba las semillas y cuidaba de la tierra. Regaba, removía la tierra y esperaba pacientemente que algo brotara. Cada mañana salía y decía: - ¡Hoy va a nacer algo! Pero los días pasaban y, para su desilusión, no veía nada. Un día, mientras regaba su pequeño jardín, conoció a una niña llamada Sofía que se mudó al pueblo. Ella era nueva y le encantaban los colores y las flores.

- ¿Por qué estás tan triste? - le preguntó Sofía al ver a Lucas con el rostro cabizbajo.

- Estoy tratando de hacer crecer este jardín, pero no veo ninguna flor. - respondió Lucas, con la voz entrecortada.

- ¿Sabés qué? - dijo Sofía, - a veces las cosas buenas tardan en llegar. ¿Te gustaría que te ayude?

Lucas sonrió por primera vez en días: - ¡Claro que sí! Juntos empezaron a trabajar en el jardín, y Sofía tenía muchas ideas.

- Deberíamos poner un comedero para los pájaros, eso atraerá a muchos que ayudarán a la tierra. - propuso Sofía.

- Nunca se me había ocurrido. - dijo Lucas, entusiasmado.

Con el tiempo, comenzaron a ver cambios en el jardín. No solo las semillas comenzaron a germinar, sino que también los pájaros llegaron a visitarlos. Lucas y Sofía pasaban horas jugando y cuidando su pequeño paraíso.

Un día, cuando despertaron, notaron algo inusual: el jardín estaba cubierto de flores de colores vibrantes. - ¡Mirá! ¡Lo logramos! - gritó Lucas, saltando de alegría. Sofía saltó junto a él, llenos de felicidad.

Sin embargo, su alegría fue interrumpida cuando un fuerte viento empezó a soplar y comenzó a desparramar las flores por todo el patio.

- ¡No! - gritó Lucas, - todo nuestro trabajo...

- Espera, Lucas. - Sofía tomó su mano. - Esto también puede ser una oportunidad. ¡Vamos a recogerlas y hacer ramos! -

- ¡Buena idea! - dijo Lucas, animándose de nuevo.

Ambos comenzaron a recoger las flores y las pusieron en varios recipientes. Así, el jardín se convirtió en una pequeña floristería improvisada, y empezaron a regalar ramos a los vecinos. La noticia se esparció rápidamente y, en poco tiempo, la gente del pueblo llegó a visitar el jardín de Lucas y Sofía. La alegría regresó al lugar y muchos se unieron a ellos para disfrutar del colorido espectáculo.

Un día, el alcalde del pueblo les propuso organizar un festival de flores. Lucas y Sofía se miraron emocionados: - ¡Podríamos hacer faroles de papel y decoraciones! - sugirió Sofía. - Y también compartir la historia de cómo hicieron este jardín juntos. - agregó Lucas.

El festival fue un éxito rotundo. Hubo música, baile y muchos niños se unieron a la causa del jardín, plantando sus propias semillas y aprendiendo sobre la importancia de cuidar la naturaleza. Al final del evento, Lucas miró su jardín y dijo, - Nunca pensé que mis sueños podrían inspirar a tantos.

- Los sueños a veces necesitan un poco de ayuda, Lucas. - dijo Sofía, sonriendo.

Desde ese día, Lucas entendió que los sueños se pueden lograr, especialmente si se comparte la alegría con los demás. Y así, el jardín de los sueños se convirtió en un símbolo de amistad, creatividad y comunidad.

FIN.

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