El Jardín de los Sueños
En un colorido pueblo llamado Arcoíris, donde la magia flotaba en el aire, vivían tres amigos inseparables: Luna, una brillante bruja, un joven mago llamado Leo y un hada traviesa llamada Estrella.
Una mañana, mientras exploraban el bosque, encontraron un viejo libro de hechizos bajo un roble gigante. Estaba cubierto de polvo y parecía muy antiguo.
"¿Qué será esto?" - preguntó Leo, frotándose las manos de emoción. "Parece un libro de magia. ¡Podríamos aprender un montón de cosas nuevas!".
Luna, curiosa, lo abrió y encontró una página que hablaba de un jardín mágico que concedía un deseo a quienes lograran hacerlo florecer.
"¡Miren esto!" - exclamó. "Si logramos que el jardín florezca, ¡puede que pidamos lo que más deseamos!".
Estrella dio una voltereta en el aire, emocionada.
"¡Vamos a buscarlo!" - dijo. "Seguro que será una aventura increíble".
Los tres amigos se pusieron en marcha, siguiendo las instrucciones del libro. Tras horas de búsqueda, encontraron un claro rodeado de flores marchitas y árboles tristes.
"Es aquí. Este es el jardín mágico" - dijo Luna, sorprendida. "Pero, ¿por qué está marchito?".
Leo hojeó el libro nuevamente.
"Parece que para hacer florecer el jardín, debemos reunir tres ingredientes mágicos: la risa de un niño, la luz de la luna y una gota de la lluvia más fresca".
Primero, decidieron buscar la risa de un niño. Se acercaron al pueblo y encontraron a un grupo de chicos jugando en la plaza.
"¿Podemos unirnos a ustedes?" - preguntó Estrella, volando entre los niños.
Los niños se rieron y aceptaron encantados. Jugaron hasta que sus risas resonaron como música en el aire. Con mucho cuidado, Estrella atrapó la risa en un frasco que brillaba.
"¡Una!" - dijo Leo, feliz.
Luego, tocó reunir la luz de la luna. La noche llegó rápidamente, y junto a un lago, decidieron esperar la llegada de la luna llena. Mientras aguardaban, contaron historias y se llenaron de buenos momentos.
"Miren!" - dijo Luna, señalando al cielo. "La luna está saliendo".
Estrella, emocionada, agitó su varita y atrapó un rayo de luz en otro frasco.
"¡Dos!" - gritaron juntos.
Por último, necesitaban una gota de la lluvia más fresca. ¿Dónde ir a buscarla?
De repente, un grupo de nubes oscuros se acercó al pueblo y comenzaron a llover. Las gotas eran frescas y estarían justo lo que necesitaban.
"¡Vamos, recojamos las gotas!" - propuso Leo, corriendo hacia un charco.
Mientras llenaban su frasco, una nube les habló:
"Soy Nubia, la guardiana de las lluvias. ¿Por qué recoges mis gotas?".
"Queremos hacer florecer el jardín mágico y cumplir un deseo" - explicó Luna.
Nubia pensó un momento, luego sonrió:
"¿Y si les dejo unas gotas a cambio de un deseo?".
Los amigos se miraron, sorprendidos. ¿Qué desearían?"Queremos que la alegría, la risa y la luz nunca falten en nuestro pueblo" - dijo Estrella, convencida.
Nubia, tocada por sus palabras, dejó que una de las gotas cayera lentamente en su frasco.
"¡Hecho!" - dijo, y así lo hizo.
Finalmente, con los tres ingredientes listos, regresaron al jardín. En el libro, había un hechizo que debían pronunciar.
"¿Listos?" - preguntó Luna, aferrando el libro.
"¡Sí!" - respondieron Leo y Estrella al unísono.
Juntos, comenzaron a decir las palabras mágicas, mientras la energía alrededor de ellos crecía intensamente. El cielo brillaba, y el jardín empezó a llenarse de colores, brillando como nunca.
De pronto, flores brotaron por todos lados, llenando el aire de un dulce aroma.
"¡Lo logramos!" - gritaron felices.
Sin embargo, el último rayo de luz se conectó con los frascos y una nube de polvo brillante cubrió todo el jardín. De la magia nacieron no solo flores, sino también luces y risas que llenaron el pueblo.
Finalmente, hicieron su deseo. Y desde ese día, Arcoíris nunca dejó de sonar con risas, poniendo en marcha un ciclo de alegría.
Las experiencias de crear el jardín les enseñaron que los verdaderos deseos vienen del corazón, y que la felicidad se comparte cuando se está con los amigos. No necesitaban un deseo mágico para ser felices juntos.
Y así, Luna, Leo y Estrella continuaron viviendo muchas aventuras, siempre recordando aquel jardín que los unió aún más.
Fin.
FIN.