El Jardín de los Sueños



Había una vez una niña llamada Valentina, que vivía en una casa rodeada de un gran jardín. A pesar de que el lugar estaba lleno de flores coloridas y árboles altos, Valentina se sentía sola. Sus papás siempre estaban ocupados con el trabajo, y ella pasaba sus días jugando sin compañía.

Un día, mientras exploraba el jardín, Valentina encontró una llave dorada escondida entre las hojas de un rosal.

"¿Qué abrirá esta llave?", se preguntó curiosa.

Decidió seguir buscando y, de pronto, se topó con una puerta pequeña al final del jardín, cubierta de hiedra. Se acercó y, con un ligero temblor en su mano, metió la llave en la cerradura. ¡Click! La puerta se abrió.

Valentina cruzó el umbral y se encontró en un mundo mágico lleno de colores vibrantes y criaturas fantásticas.

"¡Hola!", exclamó un pequeño dragón de colores que jugaba con mariposas.

"¡Hola! Soy Valentina, ¿quién sos vos?"

"Soy Dimi, el dragón del jardín de los sueños. ¿Estás lista para una aventura?"

Valentina, emocionada, asintió con la cabeza. Dimi le mostró un sendero de flores que brillaban al pisarlas y la llevó a un lago donde los peces cantaban.

"¿Escuchás? Ellos cantan tue-tue, pero en realidad, cuentan historias. ¿Te gustaría que los pescara para que nos cuenten una?", preguntó Dimi.

"¡Sí!", respondió Valentina, quien nunca había pescado un pez, hasta ese momento. Juntos, hicieron una malla de flores y Dimi saltó al agua.

"¡Felicidades, Valentina!", dijo Dimi. "Ahora, elige un pez para que nos cuente una historia". Valentina eligió un pez de escamas brillantes y lo puso en un frasco.

"¿Qué historia querés contar, pequeño pez?" preguntó Valentina.

"La historia de la Amistad", respondió el pez. Mientras narraba, Valentina y Dimi escuchaban atentamente. El pez les habló de cómo todos los animales del lago, a pesar de ser diferentes, se unían para ayudar a los que más lo necesitaban. Al finalizar la historia, Valentina se sintió conmovida.

"Siempre podemos hacer nuevos amigos, aunque parezcan diferentes", dijo Valentina. Justo en ese momento, se dio cuenta de que era hora de regresar a casa.

"No quiero irme", dijo, pero los recuerdos de la aventura la animaron.

"Siempre que quieras, puedes regresar a nuestro jardín mágico", le aseguró Dimi. Valentina se despidió de sus nuevos amigos, prometiendo volver.

Al día siguiente, Valentina decidió hacer algo diferente: salir a jugar en el jardín y hacer amistad con los niños del barrio.

Del día en que conoció a Dimi, Valentina aprendió que la soledad no es el final, ni el silencio algo triste. Con valentía, uniendo colores y sonrisas, la niña descubrió que siempre podía abrir nuevas puertas hacia amistades, aventuras y risas.

Valentina nunca se sintió sola nuevamente, porque siempre llevaban en su corazón y en su mente los cuentos de su jardín misterioso, recordando que cada amistad es un tesoro personal. Así, en su casa llena de flores, Valentina vivió felizmente rodeada de amigos, tanto en su mundo real como en el mágico mundo del jardín de los sueños.

FIN.

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