El Jardín de los Sueños
Era una noche clara y estrellada en la pequeña ciudad de Villa Esperanza. Laura, una mujer de espíritu inquieto, no podía dormir. Se levantó y decidió dar un paseo por el parque cercano para despejar su mente. Al llegar, notó algo extraño: un brillo tenue venía de un rincón, más allá de los árboles. Intrigada, se acercó.
Al acercarse, Laura descubrió un hermoso jardín. Las flores parecían tener luces propias, y el aire estaba impregnado de un aroma dulce. En el centro, había un banco de madera viejo, donde decidió sentarse. Mientras lo hacía, una figura apareció ante ella. Era un anciano con una larga barba blanca y una sonrisa cálida.
"Hola, joven soñadora. Soy el Guardián de los Sueños. ¿Te gustaría conocer los secretos que alberga este jardín?" - dijo el anciano.
"¿Guardia de los Sueños? ¿Qué secretos?" - preguntó Laura, sorprendida.
"En este jardín, cada flor representa un sueño de alguien. Si tocas una, te llevará a la historia detrás de ese sueño" - explicó el anciano.
Laura miró a su alrededor, cada una de las flores brillaba intensamente. Se acercó a una de ellas, de un azul profundo. Cuando tocó el pétalo, de repente se encontró en una playa desierta. La arena era cálida bajo sus pies, y el sonido de las olas era relajante. No muy lejos, vio a una mujer creando castillos de arena. Se acercó a ella.
"Hola, ¿qué haces?" - preguntó Laura.
"Construyo castillos de arena esperando que permanezcan para siempre. Pero sé que con las olas se irán," - respondió la mujer con melancolía.
"¿Y no te da miedo perderlos?" - inquirió Laura.
"No, porque cada castillo es un recuerdo. Lo que importa son los momentos que disfruto mientras los construyo" - dijo la mujer, sonriendo.
Al escuchar esas palabras, Laura sintió una conexión especial. Regresó al jardín y decidió tocar otra flor, esta vez de un rojo vibrante. Al instante fue transportada a un cuarto lleno de lienzos y pinturas. Allí conoció a un joven artista que, atrapado en su obsesión por la perfección, nunca mostraba sus obras al mundo.
"¿Por qué no compartís tus pinturas?" - le preguntó Laura.
"Temo que nadie las apruebe. El miedo a fallar me detiene," - confesó el artista, mirando su obra más grande.
"La belleza está en la imperfección. Si no muestras tu arte, te privas de la posibilidad de que alguien lo ame" - aconsejó Laura.
El joven meditó sobre sus palabras y, en un impulso, se volvió hacia el lienzo y le dio un último toque de color, decidiendo exhibirlo en la plaza. Laura sintió que había ayudado a liberar la pasión de aquel artista.
Finalmente, regresó al jardín por tercera vez. Ahora, se acercó a una flor marrón, marchita. Al tocarla, se encontró en un entorno decadente llenos de objetos olvidados. Allí conoció a una anciana triste, rodeada de recuerdos.
"¿Por qué estás sola aquí?" - preguntó Laura.
"Porque he dejado que el tiempo se lleve a todos los que amaba. Estoy atrapada en mis recuerdos," - respondió la anciana.
"¿Y no creés que todavía hay momentos por vivir?" - inquirió Laura. "La vida es un ciclo. Hay que dejar ir para poder recibir cosas nuevas" - dijo Laura.
Al escuchar esas palabras, la anciana sonrió, comprendiendo que aún había oportunidades para disfrutar de la vida.
Después de estas experiencias, Laura regresó al banco del jardín. El anciano la miró con dulzura.
"¿Qué aprendiste hoy?" - preguntó.
"Aprendí que los sueños son como flores. Algunos van y vienen, pero todos traen consigo lecciones importantes sobre la vida y la efimeridad de los momentos. No hay que temer perder, sino apreciar lo vivido y abrirse a lo nuevo" - respondió Laura, ahora con el corazón liviano
El anciano sonrió, complacido.
"Exacto, joven soñadora. Cada uno de estos sueños guarda una verdad sobre nosotros. Regresa con frecuencia y sigue soñando" - dijo mientras la luz del jardín empezaba a desvanecerse.
Laura regresó a su hogar, con un nuevo entendimiento sobre la vida. Esa noche, al cerrar los ojos, sonrió, lista para dormir, sabiendo que cada día era una nueva oportunidad para soñar.
Y así, todos los días, soltando lo viejo y abrazando lo nuevo, fue incrementando su jardín personal de sueños.
FIN.