El Jardín de los Sueños
En una pequeña villa llamada Esperanza, había un jardín mágico que solo algunos niños podían ver. Este jardín estaba lleno de flores de colores brillantes, árboles que daban frutas dulces y mariposas que bailaban al ritmo del viento. Sin embargo, no todos los niños creían en su existencia; la mayoría decía que era solo un cuento.
Un día, tres amigos: Lola, Mateo y Simón, decidieron explorar el bosque cerca de su casa.
"¿Y si encontramos el jardín de los sueños?" – sugirió Lola con una sonrisa.
"¿El jardín? Eso es solo un mito, Lola. No existe" – dijo Mateo, un poco escéptico.
"Pero, ¿qué tal si sí?" – insistió Simón, ojos brillantes de emoción.
Luego de caminar unas horas, sintieron que el aire se volvía diferente. La luz les pareció más brillante y el olor de la tierra se llenó de fragancias dulces. De pronto, se detuvieron en seco, al ver un arco iris de colores brillantes convirtiéndose en un portal de flores.
"¿Lo ven? ¡Sí existe!" – gritó Simón.
"Es hermoso…" – murmuró Lola, maravillada.
"No sé… podríamos estar soñando" – dudó Mateo.
Con un poco de duda y mucho entusiasmo, decidieron avanzar. Al cruzar el arco iris, se encontraron en el Jardín de los Sueños. Todo lo que habían escuchado era cierto: los árboles tenían frutas que nunca habían probado y flores que cantaban en melodías suaves.
"¡Miren esas flores!" – exclamó Lola mientras una flor le contestaba con una risa suave.
"Hola, pequeños aventureros. Bienvenidos al Jardín de los Sueños. Aquí sus deseos pueden hacerse realidad, pero deben ser justos y amables" – les dijo la flor.
Sorprendidos, los niños se miraron entre sí.
"¿Qué deseamos?" – preguntó Mateo.
"Podemos desear algo para ayudar a nuestra villa, así todos podrán disfrutar de este jardín" – propuso Simón.
Tras pensarlo, decidieron que su deseo sería que el jardín siempre estuviera accesible para todos y que las frutas y flores crecieran en abundancia.
"Queremos que todos puedan conocer este lugar mágico, y que también puedan disfrutar de la belleza de la naturaleza" – dijeron en voz alta juntos.
De repente, una luz brillante rodeó a los niños, y un eco resonó por el jardín.
"Su deseo ha sido escuchado. Este jardín será un lugar de alegría y creatividad para todos los niños de Esperanza" – dijo la flor.
Con eso, los niños sintieron una gran satisfacción. Pero entonces se dieron cuenta de que debían regresar antes que oscureciera.
"¿Cómo volvemos?" – preguntó Mateo, un poco preocupado.
"Solo hay que seguir las mariposas, ellas nos guiaron hasta aquí" – respondió Lola, mirando cómo varias mariposas doradas danzaban alegóricamente frente a ellos.
Siguieron a las mariposas, que los condujeron de vuelta por el bosque hasta que se encontraron nuevamente en la claridad del día. Pero algo había cambiado: el jardín era ahora conocido por todos los niños de Esperanza. Se organizaban paseos y juegos, y la magia del jardín les traía sonrisas y felicidad.
"¡Lo logramos!" – gritó Simón, abrazando a sus amigos.
"¡Sí! Nunca perdamos la capacidad de soñar y de creer que podemos hacer cosas maravillosas juntos" – añadió Lola.
Desde ese día, el Jardín de los Sueños fue un símbolo de amistad, trabajo en equipo y generosidad. Los niños aprendieron que la verdadera magia estaba en ayudar a otros y en compartir la belleza que el mundo tiene para ofrecer. Y siempre recordaron que, aunque algunos digan que no hay magia, lo importante era creer en lo que los ojos no siempre pueden ver.
FIN.