El Jardín de los Sueños



En un pueblo pequeño y colorido, donde los días soleados se mezclaban con las nubes esponjosas, había un jardín mágico que sólo florecía en primavera. Este jardín estaba rodeado de leyendas y secretos, y ningún niño se atrevía a entrar. Sin embargo, tres amigos inseparables: Lila, Tomás y Benji, estaban llenos de curiosidad.

"Voy a entrar al jardín", dijo Lila, con una sonrisa desafiante. Al escucharla, Tomás abrió los ojos como platos.

"¡No! Dicen que está encantado. Nunca volverías", respondió, un poco asustado.

"¡Es sólo un jardín! Y si no entramos, nunca lo sabremos. Además, ¿qué puede ser tan aterrador?", aseguró Benji, que siempre estaba dispuesto a la aventura.

Así que un día de primavera, mientras el sol brillaba intensamente, los tres amigos se aventuraron hacia la entrada del jardín. La puerta estaba cubierta de enredaderas y flores silvestres, como si quisiera ocultar lo que había dentro. Con un empujón, lograron abrirla y se encontraron con un mundo deslumbrante: árboles altos, flores de todos los colores y mariposas que volaban por todas partes.

"¡Esto es increíble!", exclamó Lila, corriendo hacia un enormes girasoles.

"Mirá esas mariposas, son como un arcoíris volador", dijo Tomás, con los ojos llenos de asombro.

"¡Vamos a explorar!", gritó Benji, ya en camino hacia un sendero lleno de pétalos de colores.

Mientras paseaban, encontraron un pequeño lago cristalino. Allí, acurrucado en una roca, estaba un adorable pato que parecía muy triste.

"¿Por qué estás tan triste, pato?", preguntó Lila, acercándose con cuidado.

"No puedo encontrar a mis amigos. Se fueron volando y ahora estoy solo aquí", respondió el pato con una voz temblorosa.

Los amigos se miraron entre ellos.

"Podemos ayudarte a buscarlos. ¡No te preocupes!", propuso Tomás con entusiasmo.

Así que los tres amigos se convirtieron en detectives de patos. Buscaron por todo el jardín, preguntando a diferentes criaturas. Hablaron con los pájaros, que movían sus cabezas con pena, y con las ardillas, que solo los miraban con curiosidad.

Después de un rato, encontraron un grupo de patos jugando al escondite detrás de un gran roble.

"¡Mira!", dijo Benji, señalando con un dedo.

"¡Mis amigos!", gritó el pato, nadando rápidamente hacia ellos.

"¡Gracias por ayudarme! ¡Son muy valientes!", les dijo el pato antes de reunirse con sus amigos.

Cuando el pato se despidió, los amigos sintieron una cálida satisfacción. Lila, Tomás y Benji habían hecho una buena acción y a la vez habían vivido una gran aventura.

"Ahora sabemos que no es tan aterrador como decían", dijo Benji, mirando el jardín desde una perspectiva diferente.

"Y lo mejor de todo, hemos hecho un nuevo amigo", agregó Lila, sonriendo.

Decidieron regresar, pero no sin antes dejar su marca en ese jardín mágico. Juntaron un montón de semillas de las flores más hermosas que encontraron y decidieron plantar un pequeño círculo alrededor de la entrada.

"Así, el jardín siempre tendrá algo de nosotros", dijo Tomás.

Cuando regresaron al pueblo, sus corazones estaban llenos de alegría y emoción. Habían vivido una aventura increíble y aprendido que, a veces, la valentía no se trata solo de enfrentar miedos, sino de ayudar a otros en el camino.

A partir de ese día, cada vez que llegaba la primavera, los amigos volvían al jardín. Las flores que habían plantado florecieron en colores vibrantes, y el pato siempre los saludaba con un sonido feliz. Además, el jardín se convirtió en su lugar especial, donde cada primavera se llenaba de nuevos sueños y risas, recordándoles la importancia de la amistad y la valentía.

Y así, el jardín mágico siguió floreciendo, lleno de recuerdos y aventuras donde siempre estaba permitido soñar.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!