El Jardín de los Sueños



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, una chica llamada Valentina. Valentina era conocida por ser muy distraída. Siempre se olvidaba de llevar su almuerzo a la escuela, dejaba caer sus juguetes en el parque y, en ocasiones, se perdía en sus pensamientos mientras caminaba por la calle. A pesar de eso, llevaban una vida normal con su enorme corazón lleno de curiosidad.

Un día, Valentina decidió ir al parque que estaba cerca de su casa. Mientras avanzaba, de repente se detuvo ante un árbol gigantesco. ‘¿Pero desde cuándo este árbol tiene ese brillo extraño? ’, se preguntó. Se acercó para observarlo mejor y, para su sorpresa, se encontró con un anciano de barba blanca sentado en una rama.

- 'Hola, Valentina', dijo el anciano con una sonrisa.

- '¿Cómo sabes mi nombre? ¿Eres un mago?' - preguntó Valentina, con los ojos bien abiertos.

- 'No soy un mago, soy Don Silvestre, el guardián de este árbol. Hoy he visto que te has detenido a mirar. ¿Qué es lo que ves?'

Valentina miró atentamente. Solo veía la corteza rugosa y unas hojas verdes.

- 'Nada, solo un árbol.' - respondió, algo confundida.

Don Silvestre sonrió y le dijo:

- 'Eres muy buena observadora, pero ¿y si te dijera que este árbol es un portal a un mundo lleno de maravillas? Si te dejas llevar, podrías verlo.'

Valentina arqueó una ceja, intrigada.

- '¿De verdad? Pero… ¿cómo?'

- 'Déjame mostrarte', dijo Don Silvestre. Con un suave movimiento de su mano, el árbol comenzó a brillar intensamente. Valentina sintió un cosquilleo en su pancita y, de golpe, se encontró en un jardín mágico.

El lugar estaba repleto de flores de colores brillantes, criaturas parlantes y mariposas que dibujaban figuras en el aire con sus alas.

- '¡Guau! ¡Esto es increíble!' - exclamó Valentina, con los ojos iluminados por la maravilla.

- 'Así es, Valentina. Este jardín representa la magia que puedes encontrar en tu día a día. Solo tienes que abrir los ojos y observar con el corazón.'

Valentina comenzó a caminar por el jardín. Vio flores que cantaban melodías suaves, y hasta una ardilla que le contaba chistes.

- 'Todo es impresionante, pero, ¿POR QUÉ no veo estas cosas en mi mundo?'

- 'Porque a veces te dejas llevar por tanta distracción. La magia está a tu alrededor, pero tienes que aprender a enfocar tu atención.'

De repente, la ardilla se acercó a Valentina:

- '¿Te gustaría jugar a un juego para recordar lo que es importante?'

- 'Sí, por favor.' - respondió Valentina.

La ardilla invitó a Valentina a un carrera por el jardín. Al llegar a la meta, se encontró con un cuadro donde había un mundo de cosas olvidadas, como calcetines perdidos, lápices y hasta una vieja pelota de fútbol.

- 'TODO esto me suena familiar, olvidé tantas cosas...' - murmuró.

Don Silvestre asintió.

- 'Eso es porque a veces no prestas atención a lo que es verdaderamente valioso. En este jardín aprenderás la importancia de observar y recordar.'

Valentina pasó la tarde en el jardín, explorando y haciendo nuevos amigos. Cada rincón le enseñaba algo nuevo, y justo cuando estaba a punto de irse, Don Silvestre le dijo:

- 'Recuerda, Valentina, el mundo está lleno de magia si decides verla.'

De un instante a otro, Valentina se encontró de vuelta bajo el árbol, el brillo ya había desaparecido, pero ella sonreía. Luego, corrió a casa y, al día siguiente, mientras iba a la escuela, comenzó a notar las cosas a su alrededor. El canto de los pájaros, los colores de las flores, hasta las risas de los niños.

Cada vez que se distraía, se acordaba de Don Silvestre y de su jardín mágico. Poco a poco, aprendió a detenerse, observar y disfrutar cada pequeño momento. Su vida se llenó de magia y aventuras, solo porque decidió abrir bien los ojos y el corazón.

Desde entonces, Valentina no solo fue recordada como una chica distraída, sino como la niña que vio lo mágico en el mundo.

Y cada vez había un nuevo cuento que contar.

Fin.

FIN.

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