El Jardín de los Sueños



En un pequeño pueblo llamado Valverde, había un jardín mágico donde crecía una variedad de flores de colores vibrantes. Los niños del pueblo pasaban sus días jugando y cuidando ese hermoso lugar, pero había un niño llamado Mateo que siempre se sentía triste porque era muy diferente a los demás. No le gustaban los deportes, ni cantar, ni bailar como sus amigos. Lo que realmente amaba era cuidar las plantas y contarles historias.

Un soleado día, el grupo de amigos se reunió en el jardín.

"Hoy haremos una competencia de fútbol, ¡será increíble!" - dijo Sol, sonriente.

"Pero yo prefiero quedarme a cuidar mis plantas..." - respondió Mateo, con un susurro.

Los demás niños comenzaron a reírse y a jugar, mientras Mateo se sentaba bajo su árbol favorito, hablando con las flores.

"Sé que a veces me siento solo..." - le decía a una pequeña margarita "Pero me gustaría compartir lo que hago con otros."

Al día siguiente, mientras Mateo regaba sus flores, notó algo extraño: las flores empezaban a brillar. Rápidamente, los otros niños llegaron corriendo atraídos por la luz.

"¡Miren!" - exclamó Mateo. "No sé qué está pasando, pero creo que tienen magia."

"Seguro que es un hechizo para que juegues con nosotros y dejes de ser tan aburrido" - dijo Lucho, riéndose.

En vez de enojarse, Mateo tuvo una idea brillante.

"¡Empecemos un club de jardinería!" - sugirió con entusiasmo. "Podemos cuidar de estas flores y, a cambio, ellas nos enseñarán a ser felices."

Los demás miraron a Mateo con curiosidad.

"¿Cómo nos pueden enseñar?" - preguntó Ana.

"Cada vez que cuidamos las plantas con amor y alegría, ellas florecen y nos llenan de felicidad. ¡Vamos a descubrirlo juntos!" - animó Mateo.

Los amigos dudaron, pero decidieron darle una oportunidad al club. Así que comenzaron a reunirse todos los días después de la escuela para cuidar el jardín. Mateo les enseñaba cómo regar adecuadamente y cómo hablarles a las plantas para que crecieran sanas.

"Pueden intentarlo, hablen con sus flores y cuenten historias" - decía Mateo, riendo mientras los demás se esforzaban.

Para sorpresa de todos, las flores comenzaron a florecer en colores aún más vibrantes. Un día, mientras estaban sentados en el jardín, una mariposa mágica apareció, brillando como un arcoíris.

"Soy la guardiana de este jardín" - dijo la mariposa con una voz suave. "Han demostrado alegría, solidaridad y amor, y por eso quiero premiarlos. ¡Cada vez que cuiden este jardín con cariño, les concederé un deseo!"

Los ojos de los niños brillaron de emoción.

"¡Quiero un balón de fútbol gigante!" - pidió Lucho.

"¡Yo quiero un picnic con muchos dulces!" - gritaron todos al unísono.

Mateo observó a sus amigos y dijo:

"Yo deseo que siempre podamos cuidar juntos este jardín, y que nunca dejemos de compartir nuestra alegría y solidaridad."

La mariposa sonrió y, con un suave aleteo, conchó esas palabras. Así, el jardín se llenó de risas, juegos y momentos felices, y los deseos de cada niño se hicieron realidad, pero el deseo de Mateo brillaba más que los demás.

Días después, un fuerte viento barrió el pueblo. Los niños se preocuparon, pues pensaron que sus flores se marchitarían. Pero en lugar de eso, el jardín floreció más que nunca.

"Miren cuántas flores hay ahora, ¡esto es increíble!" - exclamó Sol.

"Creí que se marchitarían, ¡pero todo fue gracias a nuestro amor y cuidado!" - añadió Ana.

Mateo les sonrió y les dijo:

"Recuerden, lo importante no son los regalos o las cosas materiales, sino que estuvimos juntos, cuidamos del jardín y compartimos alegría. La esperanza está en nuestros corazones."

Desde aquel día, el Jardín de los Sueños se convirtió en un lugar donde la amistad crecía más fuerte que nunca. Los niños aprendieron a valorar la alegría, la solidaridad y el amor por lo que hacían, y Mateo nunca más se sintió diferente, porque había descubierto su verdadero valor junto a sus amigos. Y así, Valverde floreció, lleno de risas, amor, y el mágico poder de la esperanza.

FIN.

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