El Jardín de los Sueños



En un pequeño pueblo llamado Suculenta, había un jardín que todos los niños amaban. Este jardín no era común, ya que en él crecían flores de los colores más vibrantes y especiales. Pero había una flor, la Flor de los Sueños, que solo florecía en noches de luna llena.

Un día, dos amigos, Lía y Tomi, decidieron que querían ver la Flor de los Sueños y soñar juntos con grandes aventuras.

-Lía, ¿viste cómo en la última luna llena todos estaban hablando de la Flor de los Sueños? -dijo Tomi emocionado.

-Sí, me encantaría ver esa flor, pero, ¿cómo la encontraremos? -respondió Lía.

Los amigos decidieron que debían prepararse para la aventura. Hablaron con Doña Rosa, la anciana del pueblo, quien conocía muchos secretos.

-Doña Rosa, ¿cómo podemos encontrar la Flor de los Sueños? -preguntaron juntos.

-Hay que tener un gran deseo en el corazón y un mapa de los secretos del jardín. Muchos han tratado, pero solo aquellos con el corazón puro logran encontrarla -dijo Doña Rosa.

Lía y Tomi decidieron hacer un mapa. Pasaron muchos días explorando el jardín para descubrir sus secretos. Juntaron hojas, dibujaron formas y hasta escucharon los susurros de las flores.

Un día, mientras exploraban, encontraron un pequeño claro que nunca habían visto. En el centro había un camino de piedras brillantes.

-¿Creés que este camino nos llevará a la Flor de los Sueños? -preguntó Lía.

-No lo sé, pero ¡vale la pena intentarlo! -contestó Tomi.

Siguieron el camino, pero de repente, una nube oscura cubrió el cielo. Un viento fuerte sopló. Las flores comenzaron a cerrarse.

-¡Debemos encontrala rápido! -gritó Lía, mirando al cielo.

-Esperá, quizás debemos concentrarnos en lo que realmente deseamos. Dijo Doña Rosa que el corazón puro es importante -sugirió Tomi.

Ambos cerraron los ojos y pensaron en sus deseos más profundos: ser valientes, viajar por el mundo y ayudar a los demás.

Cuando abrieron los ojos, el sol brillaba nuevamente, y el camino parecía más claro. Decidieron seguir adelante sin fijarse en la tormenta. Al llegar al final del camino, se encontraron ante un enorme árbol. En la base, había una pequeña puerta.

-¿Entramos? -preguntó Lía.

-No perdamos la oportunidad. ¡Sí! -respondió Tomi.

Al abrir la puerta, se encontraron en un mundo mágico lleno de colores y sonidos.

-¿Pero... dónde estamos? -preguntó Lía con asombro.

-Estamos en el reino de la Flor de los Sueños -dijo un pequeño duende que apareció de la nada, -Soy Chispa, el guardián de esta tierra. Solo los valientes y puros de corazón pueden entrar aquí.

-¡Venimos a buscar la Flor de los Sueños! -exclamó Tomi.

-¿Y qué desean aprender de ella? -preguntó Chispa.

-Poder soñar, vivir aventuras y ayudar a nuestros amigos -respondió Lía.

-Chicos, la Flor no es solo una flor. Es un símbolo de los sueños que todos tenemos. Pero deben aprender a cosechar sus propios sueños -dijo Chispa.

Los amigos miraron a su alrededor, y allí, en una colina llena de colores, vieron la Flor de los Sueños. -¿Entonces, cómo cosechamos nuestros sueños? -preguntó Tomi.

-Debéis enfrentar tres retos; el reto de la valentía, el reto de la amistad y el reto del deseo. Solo así conocerán el verdadero significado de sus sueños -explicó Chispa.

Los amigos aceptaron el desafío. Primero, debían cruzar un río lleno de piedras resbalosas. Lía se cayó, pero Tomi la ayudó a levantarse. -No te preocupes, ¡podemos hacerlo juntos! -dijo Tomi.

Luego, debían ayudar a una mariposa atrapada en una telaraña. -¡Vamos! Tenemos que ayudarla -dijo Lía.

-¡Así se hace! -exclamó Tomi, mientras trabajaban juntos para liberar a la mariposa.

Por último, debían hacer su deseo verdadero en voz alta al ver la Flor de los Sueños. -Mi deseo es ayudar a todos mis amigos a ser valientes -dijo Lía.

-Yo deseo que todos los niños tengan un sueño que perseguir -agregó Tomi.

Al decir lo que realmente deseaban, la Flor de los Sueños brilló con una luz intensa, y un arcoíris se formó sobre ellos. Chispa sonrió. -Han superado los retos. Los sueños son muy valiosos, así que nunca dejen de perseguirlos.

Con un giro mágico, Lía y Tomi se despertaron en su jardín. La aventura les había enseñado que los sueños se cumplen con valentía, amistad y el deseo sincero de ayudar a otros.

-Y ahora, ¿cuál será nuestro próximo sueño? -preguntó Tomi.

-No lo sé, pero sé que juntos podremos lograrlo -contestó Lía, sonriendo.

Y así, Lía y Tomi siguieron soñando y viviendo aventuras, recordando siempre que los sueños son como un jardín: hay que cuidar y cultivar cada uno de ellos para verlos florecer en la vida.

FIN.

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