El Jardín de los Sueños



Era una vez, en un barrio lleno de colores y sonrisas, una chica llamada Valentina. Tenía doce años, vivía en una casa enorme y preciosa, llena de cosas brillantes y lujosas, ya que su familia era muy millonaria. Pero, a pesar de tener todo lo que podía desear, Valentina se sentía sola y confundida. No le gustaba ir a la escuela, donde los chicos a menudo no la trataban bien, solo la admiraban por su riqueza y no por quien realmente era.

Un día, Valentina decidió que debía hacer algo al respecto. Se sentó en su jardín, rodeada de magníficas flores, y se preguntó en voz alta: "¿Qué puedo hacer para encontrar amigos y ser feliz?"- En ese momento, una pequeña mariposa de alas doradas se posó a su lado. Valentina, sorprendida, la miró con asombro.

"Soy Lía, la mariposa de los sueños"-, dijo la mariposa, con una voz dulce y melodiosa. "He escuchado tu llamado, Valentina. El secreto para encontrar la felicidad es ayudar a los demás. ¿Por qué no intentas hacer algo por tus compañeros de la escuela?"-

Valentina pensó que tal vez tenía razón. Al día siguiente, en vez de ir a la escuela con la necesidad de ser admirada, decidió llevar algunas de sus cosas a un centro comunitario que ayudaba a niños con menos recursos. Allí conoció a muchos niños que no tenían casas tan grandes como la suya, y eso la hizo sentir extraña, pero al mismo tiempo, emocionada.

"¡Hola! Me llamo Valentina, quiero ayudarles con sus tareas. Si tienen alguna pregunta, solo duden en decírmelo!"- dijo con una gran sonrisa.

Los chicos la miraron con un poco de desconfianza, pero algunos se acercaron a ella. Uno de ellos, llamado Tomás, le dijo:

"¿Por qué querrías ayudarnos?"-

"Porque creo que todos merecemos aprender y ser felices, sin importar nuestras diferencias"- respondió Valentina, sintiéndose un poco más segura.

Con el paso de los días, Valentina comenzó a pasar más y más tiempo en el centro comunitario. Ayudaba a los niños con sus tareas y también organizó actividades divertidas. Empezaron a acercarse a ella y a llamarla amiga. Valentina estaba asombrada de cómo su corazón se llenaba de alegría.

Un día, decidió organizar una gran fiesta en el centro comunitario. "¡Haremos una fiesta para celebrar nuestras amistades!"- exclamó emocionada. Juntos, confeccionaron decoraciones y prepararon alimentos. El día de la fiesta, todos estaban felices.

Cuando Valentina llegó, se dio cuenta de que el lugar estaba lleno. "¿Todo esto es por mí?"- preguntó con sorpresa.

"No, Valentina, es porque tú nos has mostrado que podemos soñar grandes cosas. Tú eres la que nos ha dado la esperanza"-, respondió Camila, otra niña del grupo.

Valentina sonrió. Sentía que finalmente había encontrado su lugar en el mundo. Esa noche, mientras admiraba las estrellas, le dijo a Lía, la mariposa de los sueños:

"Nunca pensé que ayudar a los demás me haría sentir tan bien. Ahora tengo amigos de verdad, no solo admiradores, gracias a tu consejo"-.

"Recuerda, Valentina, que la verdadera riqueza no se mide por lo que tienes, sino por las conexiones que creas con los demás. Nunca dejes de soñar y de ayudar"- replicó la mariposa antes de tomar vuelo, dejando a Valentina con una sonrisa radiante.

Desde ese día en adelante, Valentina siempre ayudó a los demás y con el tiempo, se convirtió en la niña más querida de su escuela. Había dejado de sentirse sola porque había descubierto que la amistad y la bondad son los verdaderos tesoros de la vida. Y así, Valentina vivió llena de amor en su corazón, rodeada de amigos y aventuras, sabiendo que siempre podría regresar a su jardín de los sueños.

FIN.

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