El Jardín de los Sueños Limpios



En un hermoso lugar llamado Ecoalía, todos los árboles eran verdes como esmeraldas, el cielo siempre estaba despejado y los ríos brillaban como diamantes. Cada mañana, los niños despertaban llenos de energía y felicidad, listos para jugar en un mundo lleno de colores y belleza. En Ecoalía, la contaminación no existía. Todos los habitantes cuidaban la naturaleza como si fuera un tesoro.

Un día, mientras jugaban en el parque, tres amigos inseparables, Lila, Tomás y Lucas, decidieron explorar más allá de su barrio. Cada uno tenía una cualidad especial: Lila era una súper observadora, Tomás sabía mucho sobre plantas y Lucas era un excelente inventor.

"¿Vieron alguna vez el Bosque Mágico?" - preguntó Lila, con curiosidad en sus ojos.

"He escuchado historias, pero nunca fui" - contestó Tomás.

"¡Vamos a buscarlo!" - dijo Lucas emocionado, mientras comenzaba a dibujar un mapa improvisado.

Los tres amigos se pusieron en marcha. Tras caminar un rato, encontraron un sendero cubierto de flores brillantes y aves que cantaban alegres. Mientras avanzaban, escucharon un extraño sonido que venía de un arbusto. Temerosos, se acercaron lentamente y descubrieron un pequeño ser, que parecía un hada.

"¡Hola! Soy Brisita, del Bosque Mágico. Necesito su ayuda" - dijo el hada con una voz melodiosa.

"¿Ayuda? ¿Qué sucede?" - preguntó Lila.

"La contaminación del mundo exterior está llegando aquí, y barrotes de humo están destruyendo nuestro hogar. Si no hacemos algo pronto, el Bosque Mágico desaparecerá" - explicó Brisita, con lágrimas en sus ojos.

Los amigos se miraron, preocupados.

"Debemos ayudarla, pero ¿cómo?" - dijo Tomás, sintiendo cómo la tristeza del hada resonaba en su corazón.

"Podemos usar nuestras habilidades" - sugirió Lucas.

Decididos, Lila, Tomás, y Lucas se pusieron a trabajar. Lila comenzó a observar los elementos del bosque y notó que había muchas cosas que podían unirse: las hojas caídas, las ramas secas.

"Podemos construir barreras para detener el humo" - sugirió, emocionada.

Tomás recordó que había aprendido sobre las plantas que purifican el aire.

"Plantaremos más árboles y flores alrededor del bosquecito para atraer las aves y ayudar a limpiar el aire" - dijo con determinación.

Y Lucas, con su inventiva, empezó a diseñar un pequeño molino que podía generar energía limpia.

"Esto nos ayudará a ser más autosuficientes" - comentó con una gran sonrisa.

Los tres niños anduvieron alrededor del bosque, recogiendo materia orgánica y creando barreras contra el humo. Plantaron árboles y flores, llenando de vida el bosque. Pronto, las aves regresaron y los animales se sintieron seguros otra vez.

Un día, mientras trabajaban, se dieron cuenta de que la contaminación había comenzado a disminuir. Brisita volvió con el brillo en su mirada.

"¡Lo lograron! El bosque está a salvo gracias a ustedes!"

"Pero nunca lo hubiésemos logrado sin nuestra unión y amor por la naturaleza" - respondió Lila, sonriendo.

"Ahora, debemos enseñar a todos en Ecoalía a cuidar el medio ambiente" - agregó Tomás.

"Sí, juntos podemos hacer de nuestro mundo un lugar aún mejor" - concluyó Lucas.

Así, Lila, Tomás y Lucas organizaron reuniones en su ciudad para compartir lo aprendido. Con cada charla, inspiraron a más y más personas a cuidar el planeta. Con el tiempo, Ecoalía se volvió un ejemplo para otros lugares del mundo, demostrando que la belleza de la naturaleza florece cuando todos trabajamos juntos por un mismo objetivo.

Y así, en Ecoalía, el amor por la naturaleza se volvió contagioso, y el Jardín de los Sueños Limpios se mantuvo radiante, todo gracias a la valentía y la determinación de tres pequeños héroes.

Desde ese día, no sólo cuidaron su hogar, sino que también construyeron un futuro lleno de sueños y esperanzas, donde la contaminación no tenía cabida y la armonía reinaba. El bosque, los niños y el planeta prosperaron.

FIN.

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