El Jardín de los Sueños Perdidos



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una simpática ardillita llamada Lila. Lila tenía un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores, donde pasaba sus días recolectando semillas y cuidando a sus amigos. Pero un día, algo la preocupó.

Lila notó que su mejor amigo, el conejo Timo, estaba un poco ausente. Antes siempre jugaban y compartían semillas, pero ahora Timo pasaba mucho tiempo alejado. Lila decidió acercarse a él para averiguar qué sucedía.

"Timo, ¿qué te pasa? Te noto distante y triste. ¿Te gustaría que jugáramos un rato?" - preguntó Lila con preocupación.

"No sé, Lila. Es que... no me siento bien. Hay una sombra oscura que me sigue..." - respondió Timo, mirando al suelo.

Curiosa y preocupada por su amigo, Lila decidió acompañarlo al Bosque de las Sombras, un lugar donde nadie quería ir porque decían que allí habitaban criaturas misteriosas. Pero Lila sabía que la amistad era más fuerte que el miedo.

Cuando llegaron, se encontraron con un pequeño zorro llamado Roco, quien lucía muy triste. Lila se acercó.

"Hola, yo soy Lila. ¿Por qué estás tan triste, zorro?" - le preguntó.

"No tengo amigos ni a nadie con quien jugar. Todos me ven como un zorro astuto y prefieren mantenerse alejados de mí" - contestó Roco con un suspiro.

Lila, sintiendo compasión, decidió hacer algo. "Timo, Roco puede ser nuestro amigo. ¿Qué tal si organizamos un juego en mi jardín?" - propuso Lila entusiasmada.

Así lo hicieron. Invitaron a todos los animales del bosque y, para sorpresa de Timo, la fiesta fue un gran éxito. Todos rieron, bailaron y compartieron sus mejores semillas. Timo se dio cuenta de que la verdadera amistad estaba en ser abierto y en compartir momentos alegres.

Sin embargo, al final de la fiesta, Timo confiesa algo que lo había estado atormentando. "Chicos, he estado siguiendo a unos animales que prometían muchas cosas divertidas, pero no eran sinceros. Me hicieron sentir que no era suficiente en mi vida. Me dejé llevar por sus promesas y descuidé nuestra amistad".

Lila lo miró con ojos comprensivos. "Timo, a veces el deseo de más puede llevarnos por caminos inesperados. Pero lo importante es que siempre podemos volver a lo que realmente importa: nuestros amigos y la diversión sincera".

Roco asintió. "Sí, a veces buscamos atención en los lugares equivocados. La verdadera diversión está aquí, con nosotros".

Desde entonces, Timo aprendió a valorar más a sus amigos y a no dejarse llevar por ilusiones efímeras. Y Lila, con su corazón grande, se ganó dos maravillosos amigos. Juntos, siguieron creando hermosos momentos en su jardín, recordando que la amistad sincera era lo que realmente llenaba sus corazones.

Así, un jardín que parecía solitario se llenó de risas y colores, donde cada día se celebraba la verdadera conexión entre amigos, mucho más valiosa que cualquier promesa vacía.

Colorines del bosque, flores brillantes y risas llenaron el aire. Y en cada rincón del jardín de Lila, el eco de la amistad resonó como la melodía más hermosa, recordando que siempre se puede volver a empezar, sin importar cuán lejos se haya ido.

FIN.

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