El Jardín de los Valores
En un hermoso jardín lleno de flores brillantes y árboles frondosos, vivían muchos animales que compartían un gran secreto: el respeto. Cada uno de ellos era diferente, pero todos se querían y vivían en armonía. Un día, una nueva criatura apareció en el jardín. Era un enorme rinoceronte llamado Rino, que se mudó de un lugar muy lejano.
Los animales, emocionados al principio, decidieron acercarse a él para darle la bienvenida.
"¡Hola, gran Rino! Bienvenido a nuestro jardín. ¿Te gustaría jugar con nosotros?" - dijo la veloz liebre, Lila.
Rino sonrió, pero con su gran hocico y cuernos, no podía imaginar cómo encajaría en sus juegos.
"Gracias, pero soy muy grande. Tal vez no pueda jugar como ustedes" - respondió Rino.
Los animales comenzaron a reirse, pensando en lo ridículo que sería ver a Rino jugando a las escondidas entre las flores.
"¡Imagina que no puedes correr! Serías fácil de encontrar!" - dijo Pablo, el travieso pajarito.
Rino se sintió triste al escuchar esas palabras. Decidió alejarse del grupo y se sentó solo bajo un árbol. El sol brillaba, pero su corazón se sentía nublado. Lila, al darse cuenta de lo que había pasado, se sintió mal por haber reído.
"¿Por qué lo hicimos? No pensamos en cómo se siente Rino. ¡Teníamos que respetarlo más!" - exclamó la liebre.
Así que, Lila tuvo una idea.
"Chicos, ¿y si hacemos algo especial para Rino? Podemos organizar una fiesta de bienvenida donde todos hagamos algo que a él le guste!" - propuso.
Todos los animales se unieron a Lila y comenzaron a planear la fiesta. Donato, la tortuga, sugirió algo interesante.
"Rino es fuerte y grande, así que podemos preparar juegos donde su tamaño sea una ventaja. ¿Qué les parece una carrera de obstáculos?" - dijo Donato, con su voz pausada.
Los otros animales se entusiasmaron. El día de la fiesta llegó, y Rino fue invitado a participar. Al principio, se mostró un poco dudoso, pero Lila le dijo:
"¡No te preocupes! Todos nos estamos divirtiendo y queremos que seas parte de esto. Respetamos que seas diferente. ¡Tus habilidades son valiosas aquí!" - le aseguró.
Rino sonrió, sintiéndose más incluido. La carrera de obstáculos fue increíble. Usando su fuerza, Rino ayudó a levantar a otros animales que no podían cruzar. Todos se sorprendieron al ver lo bien que Rino podía jugar a su manera.
En un giro inesperado, mientras Rino levantaba a la pequeña tortuga Donato para que pudiera cruzar un charco, Donato hizo una observación divertida:
"¡Rino, eres como un puente viviente!" - gritó entre risas.
Todos comenzaron a reír y aplaudir mientras Rino se sentía más cómodo. La fiesta fue un éxito rotundo y, al final del día, Rino se sintió querido y respetado.
"Gracias por hacerme sentir parte del grupo. Nunca pensé que podría encontrar amigos aquí" - dijo Rino emocionado.
"Lo importante es que aunque seamos diferentes, todos podemos aportar algo especial" - respondió Lila, deseándoles buenas noches.
Desde aquel día, Rino se volvió una parte fundamental del jardín. Los animales habían aprendido que el respeto por los demás y sus diferencias es lo que realmente los une. Y así, el jardín siguió floreciendo, lleno de risas y armonía, donde todos tenían un lugar especial entre amigos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.