El jardín de luces



Había una vez en un hermoso jardín, dos flores llamadas Margarita y Rosa. Ambas eran muy bonitas y tenían colores brillantes que alegraban el lugar. Sin embargo, había algo especial en ellas: no podían tocarse.

Día tras día, las dos flores se miraban desde lejos, deseando poder estar juntas y compartir su amor. Pero cada vez que intentaban acercarse, algo misterioso ocurría y las separaba.

Parecía como si hubiera una fuerza invisible que los impedía estar juntos. Un día, mientras Margarita y Rosa suspiraban tristemente por su imposibilidad de tocarse, unas pequeñas luciérnagas observaron la escena. Estas luciérnagas eran conocidas por ser amigables y siempre dispuestas a ayudar a otros.

Una de las luciérnagas llamada Lucio decidió acercarse a Margarita y Rosa para ofrecerles su ayuda.

Con su brillo cálido e iluminando el camino hacia la solución, les dijo:"Hola queridas flores, he visto lo mucho que se aman pero no pueden estar juntas ¿Cómo puedo ayudarlas?"Margarita y Rosa se emocionaron al ver a Lucio tan dispuesto a ayudarlas. Se explicaron con tristeza cómo habían intentado acercarse muchas veces sin éxito alguno.

Lucio pensó durante un momento antes de tener una idea brillante:"¡Ya sé! Si no pueden tocarse físicamente... ¡podemos crear un puente de luz entre ustedes!"Las dos flores se miraron emocionadas ante esta nueva posibilidad de estar cerca una de la otra.

Con gran entusiasmo, Lucio comenzó a volar alrededor de Margarita y Rosa, dejando un rastro brillante a su paso. Poco a poco, las luciérnagas del jardín se unieron a Lucio, formando una cadena de luz que conectaba las dos flores.

Margarita y Rosa se emocionaron tanto que comenzaron a abrir sus pétalos aún más, transmitiendo su amor y alegría por medio del brillo que emanaba de ellas. El jardín entero se llenó de un resplandor mágico mientras las luciérnagas bailaban alrededor de las dos flores enamoradas.

A partir de ese día, Margarita y Rosa aprendieron que el amor verdadero no siempre necesita ser físico para existir. Aprendieron que podían compartir su amor y felicidad sin necesidad de tocarse físicamente.

El jardín se convirtió en un lugar lleno de magia y encanto gracias al amor incondicional entre Margarita y Rosa. Las luciérnagas continuaron ayudándolas cada noche, iluminando su camino y recordándoles lo hermoso que era amarse mutuamente.

Y así fue como la historia del amor imposible entre dos flores se transformó en una inspiración para todos aquellos que encontraban obstáculos en el camino hacia la felicidad.

A través del brillo eterno creado por las luciérnagas, Margarita y Rosa demostraron al mundo entero que el verdadero amor puede superar cualquier barrera.

FIN.

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