El Jardín de Mariela



Era un día soleado y Mariela, una joven curiosa y aventurera, decidió explorar el bosque que estaba cerca de su casa. Mientras caminaba entre los árboles altos, escuchó un suave murmullo que provenía de detrás de un arbusto. Sin pensarlo, se acercó y se encontró con una puerta antigua y pequeña, cubierta de hiedra. Intrigada, la abrió y dio paso a un jardín mágico lleno de flores brillantes.

"¡Guau!" exclamó Mariela con asombro. "¿Dónde estoy?"

El jardín parecía tener vida propia. En el centro, había un estanque de aguas cristalinas que reflejaban el cielo. De repente, un pequeño duende apareció de entre las flores.

"¡Hola, Mariela!" dijo el duende con una sonrisa. "Soy Lumin, el guardián de este jardín. Aquí puedes transportarte a donde quieras y convertirte en quien desees. ¿A dónde te gustaría ir primero?"

Mariela no podía creerlo.

"¡Quiero ir a la playa y ser una sirena!"

"¡Hecho!" respondió Lumin, agitando su varita. Las aguas del estanque comenzaron a brillar intensamente y Mariela sintió cómo su cuerpo se transformaba. En un abrir y cerrar de ojos, estaba en la playa, con una hermosa cola de sirena.

"¡Increíble!" gritó, nadando y jugando con los peces de colores. Pero luego de un rato, comenzó a extrañar sus pies.

"¡Lumin!" llamó. "Quiero volver a ser Mariela y regresar a casa!"

El duende apareció de inmediato.

"¿Por qué no exploraste más como sirena?" preguntó.

"Porque no puedo caminar en la arena ni correr como me gustaría" respondió Mariela, un poco decepcionada.

"A veces, lo que desean nuestros corazones requiere sacrificios" dijo Lumin con una mirada sabia.

Mariela pensó por un momento y decidió que no quería ir a otro lugar. En su corazón, sabía que había algo más en su vida que lo que podía experimentar como sirena.

"Quiero volver a casa, por favor" repitió con determinación. Lumin volvió a agitar su varita, y rápidamente Mariela se encontró de vuelta en el jardín.

"¿A dónde irás ahora?" le preguntó el duende.

"Quiero ser una exploradora, viajar por el mundo y descubrir lugares nuevos" dijo Mariela.

"¡Perfecto!" exclamó Lumin. El estanque brilló nuevamente y Mariela se vio envuelta en un torbellino de luces. A la siguiente instantánea, estaba en una selva espesa, rodeada de animales exóticos y palmeras altas.

"¡Esto es asombroso!" gritó, corriendo hacia un grupo de monos. Pero pronto se dio cuenta de que los animales eran tímidos y se alejaban cuando se acercaba.

"¿Por qué no se acercan?" preguntó Mariela a una leona que estaba descansando bajo un árbol.

"Porque temen a lo desconocido, como tú al principio le temías a este lugar" respondió la leona.

Mariela pensó en las veces que se había sentido insegura y decidió ser amable. Se sentó en el suelo y esperó. Con el tiempo, los animales comenzaron a acercarse y Mariela tomó confianza con cada paso que ellos daban.

"¡Sí, esto es lo que quería!" dijo sonriendo. Durante horas, Mariela jugó y aprendió sobre la selva.

Cuando decidió que era hora de volver, el bosque comenzó a oscurecerse, y sintió una ligera tristeza por dejar ese lugar.

"¡Lumin!" gritó. El duende apareció de inmediato.

"No llores, Mariela. Siempre puedes regresar. Pero ahora, ¿qué has aprendido?"

"Aprendí que la confianza y la paciencia son importantes, y que algunas cosas requieren tiempo," respondió ella.

"Exactamente. Y ahora, ¿estás lista para volver a casa de verdad?"

Mariela asintió, sintiéndose más sabia y fuerte.

"Sí, quiero volver a ser yo misma. Y quiero ser una exploradora en mi propio mundo."

Lumin sonrió y agitando su varita, la llevó de regreso al jardín.

Cuando Mariela salió por la puerta, sintió un nuevo aire en sus pulmones. Había viajado por lugares maravillosos y aprendido lecciones valiosas sobre sí misma.

De esa manera, Mariela no solo se convirtió en la exploradora de su propio mundo, sino que también entendió que la verdadera aventura se encuentra en cada día, cada peculiaridad de su vida cotidiana.

Mariela nunca olvidó el jardín mágico y a su amigo Lumin, pero sabía que no necesitaba magia para seguir explorando. Con su valentía y curiosidad, era capaz de crear su propia magia en el mundo que la rodeaba.

Desde entonces, Mariela se aventuró a conocer su barrio, leer libros sobre otros países y aprender sobre todo lo que la rodeaba, sintiendo que el jardín siempre estaría en su corazón.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!
1