El jardín de Milagros y Joan
Había una vez en un hermoso jardín, una abejita llamada Milagros. Milagros estaba muy triste porque últimamente no encontraba flores para recolectar néctar y polen.
Los pesticidas habían afectado las plantas, la falta de agua había marchitado las pocas flores que quedaban, el calor extremo secaba todo a su paso y además, algunas personas se llevaban las flores para decorar sus casas.
Milagros volaba de un lado a otro buscando desesperadamente alimento, hasta que un día decidió hacer algo al respecto. Con su pequeño corazón lleno de valentía, se dirigió hacia el bosque donde vivía su amigo Joan, un oso muy sabio y amable.
Al llegar al árbol donde vivía Joan, Milagros lo llamó con delicadeza: "¡Joan! ¿Estás ahí? ¡Soy yo, Milagros!". Joan salió curioso y sorprendido al ver a la abejita tan apenada. "¿Qué te pasa, querida Milagros? Nunca te vi tan triste", preguntó Joan con preocupación.
Milagros le contó entre sollozos todas las dificultades que estaban enfrentando las abejas por la falta de flores. Joan escuchaba atentamente cada palabra y luego dijo:"No te preocupes, Milagros. Juntos encontraremos una solución".
Con mucha paciencia y amor, Milagros y Joan comenzaron a plantar semillas en el jardín. Regaron la tierra todos los días e incluso pidieron ayuda a otros animales del bosque. Poco a poco, las semillas empezaron a crecer y se convirtieron en hermosas flores de colores brillantes.
Las abejas del lugar no podían creerlo cuando vieron tantas flores nuevas para polinizar. Zumbaban felices mientras trabajaban sin descanso entre los pétalos coloridos. Un día soleado, Milagros volvió junto a Joan para mostrarle el maravilloso resultado de su trabajo conjunto.
"¡Mira Joan! Gracias a tu ayuda y nuestra dedicación, ahora tenemos muchas flores para alimentarnos". Joan sonrió con orgullo y cariño hacia su amiga abejita. "Has demostrado que con determinación y esfuerzo podemos superar cualquier adversidad".
Desde ese día en adelante, el jardín estuvo siempre repleto de hermosas flores gracias al trabajo en equipo entre Milagros, Joan y todos los habitantes del bosque que se unieron para cuidarlo.
Y así fue como una abeja triste encontró esperanza en medio de la desolación y logró transformar su entorno con amor y perseverancia. Una lección inspiradora que recordarían por siempre en aquel mágico rincón de la naturaleza.
FIN.