El jardín de Nica y Nico



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Nica. Era muy alegre y siempre tenía una sonrisa en su rostro.

A Nica le encantaba pasar tiempo al aire libre, rodeada de hermosas flores y animales. En el jardín trasero de su casa, Nica cultivaba un hermoso huerto lleno de coloridas flores. Pasaba horas regándolas y cuidándolas con mucho amor. Le encantaba ver cómo crecían y se convertían en hermosas plantas.

Pero había algo más que a Nica le fascinaba: las mascotas. Tenía varios animalitos en su hogar, pero su favorito era Nico, un perrito muy travieso y juguetón.

Nico siempre estaba listo para divertirse y hacer desorden por toda la casa. Un día, mientras Nica regaba sus flores en el jardín, notó que algunas estaban marchitas y tristes. Se acercó a ellas preocupada y les preguntó qué les pasaba.

"Nica, estamos tristes porque Nico ha estado corriendo por encima nuestro", respondieron las flores con voz débil. Nica miró hacia la casa y vio a Nico saltando sobre los muebles del cuarto de estar. Se dio cuenta de que eso era lo que estaba dañando sus queridas flores.

"¡Nico! ¡Deja de hacer desorden!" exclamó Nica mientras corría hacia él. Pero Nico solo movió la cola emocionado al verla acercarse. No entendía lo que ella decía o lo importante que eran las flores para ella.

Entonces a Nica se le ocurrió una idea. Decidió enseñarle a Nico lo valiosas que eran las flores y cómo cuidarlas. Tomó a Nico de la pata y lo llevó al jardín.

Allí, le mostró cada una de las flores que ella había plantado con tanto amor. "Nico, estas flores son muy especiales para mí. Me hacen feliz cuando las veo crecer y florecer", le explicó Nica.

El perrito miraba atentamente las flores mientras movía su colita curioso por lo que Nica le estaba contando. "Si tú correrías más suave por el jardín, sin saltar sobre ellas, podrían crecer más fuertes y hermosas", continuó Nica esperanzada. Nico parecía entender lo que Nica le decía.

Se acercó lentamente a las flores y les dio un pequeño lametazo como si les pidiera disculpas por haberlas lastimado. Desde ese día, Nico aprendió a ser más cuidadoso en el jardín. Ya no corría desenfrenadamente ni saltaba sobre las plantas.

En cambio, se limitaba a olfatearlas suavemente y jugar en otros lugares del patio. Poco a poco, las flores comenzaron a recuperarse gracias al cuidado de Nica y la ayuda de Nico.

Juntos formaron un equipo inseparable: Nica cultivaba sus hermosas flores mientras Nico vigilaba que nadie hiciera desorden en el jardín. Con el tiempo, los vecinos del pueblo empezaron a notar la belleza del huerto de Nica y preguntaban cómo lograba tener unas flores tan espectaculares.

Ella les contaba orgullosa sobre su amistad con Nico y cómo juntos habían aprendido a cuidar de las cosas que más querían.

La historia de Nica y Nico nos enseña la importancia del cuidado y el respeto hacia los demás, ya sean plantas o personas. A veces, solo necesitamos un poco de comprensión y paciencia para lograr grandes cambios en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.

FIN.

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