El jardín de Pichirilo



Había una vez en un hermoso jardín, un pequeño colibrí llamado Pichirilo. Pichirilo era diferente a los demás colibríes, ya que siempre estaba buscando algo más en la vida.

Aunque todos los días volaba de flor en flor recolectando néctar, sentía que le faltaba algo importante: la felicidad. Un día, mientras volaba cerca del lago del jardín, escuchó una voz suave y melodiosa. Era el sapo Guillermo, quien vivía allí desde hacía mucho tiempo.

Pichirilo se acercó con curiosidad y le preguntó:-¡Hola señor sapo! ¿Qué hace usted tan feliz? El sapo Guillermo sonrió y respondió:-Pichirilo, la felicidad no se encuentra solo en las cosas materiales o en buscar sin cesar.

La verdadera felicidad está dentro de uno mismo y se encuentra disfrutando de las pequeñas cosas de la vida. Pichirilo quedó pensativo y decidió seguir el consejo del sapo Guillermo.

Comenzó a observar detenidamente su entorno y descubrió lo hermosa que era cada flor del jardín. Se maravillaba con los diferentes colores y aromas que emanaban de ellas. Un día, mientras admiraba una rosa roja brillante, vio a una abeja muy triste posada sobre sus pétalos.

-¿Qué te pasa amiga abeja? -preguntó Pichirilo preocupado. La abeja soltó un suspiro y dijo:-Estoy cansada de trabajar todo el día recolectando polen para hacer miel. No tengo tiempo para disfrutar de la belleza del jardín.

Pichirilo, recordando las palabras del sapo Guillermo, le sugirió a la abeja:-¿Por qué no haces una pausa en tu trabajo y te tomas un momento para admirar las flores? Estoy seguro de que eso te hará sentir más feliz.

La abeja dudó al principio, pero decidió seguir el consejo de Pichirilo. Se posó sobre una margarita y se quedó allí por un rato.

Al cabo de unos minutos, la abeja comenzó a sonreír y exclamó:-¡Qué maravilla es poder disfrutar de esta belleza! ¡Me siento mucho más feliz! Pichirilo se alegró al ver que su consejo había funcionado y siguió volando por el jardín en busca de nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba una parte desconocida del jardín, Pichirilo vio algo brillante entre los arbustos.

Era una libélula llamada Violeta que estaba atrapada en una telaraña. -Por favor, colibrí, ayúdame a salir de aquí -suplicó Violeta con voz temblorosa. Sin pensarlo dos veces, Pichirilo fue en busca de ayuda.

Encontró a Lucas la araña tejedora y le pidió que liberara a Violeta. Lucas aceptó ayudarlos bajo una condición: si Pichirilo lograba recolectar suficiente néctar para él durante toda una semana.

Pichirilo sabía que sería un gran desafío, pero también sabía lo importante que era salvar a Violeta. Así que se puso manos a la obra y voló de flor en flor recolectando néctar para Lucas. Al finalizar la semana, Pichirilo regresó con el néctar suficiente y Lucas cumplió su promesa liberando a Violeta.

Pichirilo se sintió feliz por haber ayudado a un amigo y también por haber superado un desafío. A medida que pasaba el tiempo, Pichirilo entendía cada vez más lo que significaba la felicidad.

No era algo que se encontrara fuera de uno mismo, sino algo que se construía desde adentro al valorar las pequeñas cosas y al ayudar a los demás.

Desde aquel día, Pichirilo vivió una vida llena de aventuras, rodeado de amigos y siempre buscando formas de hacer felices a los demás. Descubrió que la verdadera felicidad estaba en su interior y que solo tenía que compartirla con el mundo.

Y así fue como el colibrí llamado Pichirilo encontró la felicidad en su búsqueda constante por ser una mejor versión de sí mismo.

FIN.

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