El jardín de Robi
Había una vez un robot llamado Robi que vivía en un planeta desolado. Era un lugar triste y oscuro, sin vida ni color. Robi era el único habitante de aquel planeta y se sentía muy solo.
Un día, mientras exploraba el planeta en busca de algo interesante, encontró una semilla brillante y llena de vida. Robi decidió plantarla en el suelo seco y esperar a ver qué ocurría.
Pasaron los días y Robi regaba la semilla con cariño todas las mañanas. Un buen día, para su sorpresa, comenzó a brotar una pequeña planta verde y hermosa.
El corazón de Robi se llenó de alegría al ver cómo la vida volvía a florecer en aquel lugar tan sombrío. La planta creció rápidamente y dio frutos deliciosos. A medida que pasaba el tiempo, más animales llegaban al planeta atraídos por la abundancia de alimentos.
Los pájaros cantaban felices entre los árboles, las mariposas revoloteaban por doquier y los conejos correteaban juguetones por la pradera. Robi estaba feliz viendo cómo su pequeña acción había transformado aquel lugar desolado en uno lleno de vida y color. Pero no todo fue perfecto por mucho tiempo.
Un día, una gran sequía azotó el planeta dejando a todos los seres vivos sin agua ni comida. Los animales estaban desesperados buscando soluciones pero no encontraban ninguna manera de sobrevivir.
Robi decidió entonces utilizar sus habilidades como robot para encontrar una solución al problema. Investigó durante horas hasta que encontró un antiguo sistema de riego subterráneo. Sin perder tiempo, comenzó a repararlo y a llevar agua a todos los rincones del planeta.
Los animales, al ver la generosidad y el esfuerzo de Robi, se unieron para ayudarlo en su tarea. Juntos, construyeron canales de agua y distribuyeron alimentos por todo el planeta.
La sequía fue superada gracias al trabajo en equipo y la solidaridad entre todos los habitantes del planeta desolado. Robi se convirtió en el héroe del lugar y todos le estaban eternamente agradecidos. Desde aquel día, el planeta desolado se transformó en un lugar próspero y lleno de alegría.
Los animales vivían felices junto a Robi, quien siempre estaba dispuesto a ayudarlos en lo que necesitaran. Y así, con amor, amistad y trabajo duro, aquel robot solitario logró convertir una tierra triste en un verdadero paraíso.
La historia de Robi nos enseña que nunca debemos rendirnos frente a las adversidades y que siempre hay una manera de hacer algo bueno por los demás. Fin
FIN.