El Jardín de Sabores de Otto
En la ciudad de La Plata, había un pequeño cocinero llamado Otto. Desde muy chiquito, Otto amaba celebrar la naturaleza a través de la cocina. A los 12 meses, ya era un experto en preparar deliciosos platos con alimentos que venían de la tierra. ¡Era un verdadero prodigio! Su mamá siempre decía:
"¡Otto, tenés un don especial con las verduras y especias!"
Un día soleado, Otto decidió que era hora de compartir su pasión. "Voy a crear un restaurante en el jardín de casa," proclamó con emoción. – "Quiero que todos conozcan lo ricas que son las verduras y las frutas que crecen en nuestro jardín."
El pequeño cocinero se puso manos a la obra. Hizo un cartel con letras coloridas que decía: "El Jardín de Sabores de Otto". Después, llenó mesas con flores frescas y preparó un menú lleno de platos mágicos hechos a base de lo que había cultivado: tomates rojos, zanahorias crujientes y lechugas verdes.
"¿Y si le pongo un poco de música para que todos se diviertan mientras comen?" pensó Otto. Le pidió a su papá que le prestara su guitarra.
"¡Claro, hijo! ¿Qué tipo de música vas a tocar?" preguntó su papá.
"Música de la naturaleza, como el canto de los pájaros y el murmullo del viento. Eso hará que todos se sientan en un verdadero jardín encantado."
El día de la inauguración, los vecinos llegaron muy emocionados.
"¡Mirá qué bonito está todo!" exclamó Rosa, la señora del barrio.
"¡Y qué rico huele!" dijo Juanito, un niño que siempre jugaba en el parque.
"Gracias a todos por venir, ¡bienvenidos al Jardín de Sabores!" anunció Otto, sonriendo.
Para sorpresa de todos, Otto había preparado un plato especial: "Ensalada Mágica de Colores". Empezó a servirla con entusiasmo.
"¡Está deliciosa!" exclamó una vecina probando un bocado.
"¿Cómo lograste que tenga tantos sabores?" preguntó otro.
"Es gracias a mi amor por la naturaleza y a las verduritas de mi jardín," respondió Otto, con orgullo.
"Cada ingrediente tiene su historia, y juntos crean algo mágico."
Sin embargo, en medio de la celebración, apareció un grupo de chicos que no conocían el jardín.
"¡Basta de verdes!" gritaron, haciendo caras.
"Queremos comida rápida, hot dogs y hamburguesas, ¡eso es lo que nos gusta!"
Los chicos rieron y se marcharon, dejando a Otto con una nube de tristeza sobre su cabeza.
"¿Y si nadie vuelve?" murmuró Otto, sintiéndose un poco desanimado. Pero su mamá le dio un abrazo y le dijo:
"No te preocupes, cariño. La gente no siempre conoce lo bueno que hay en la naturaleza. Esta es una gran oportunidad para que les muestres todos los sabores que tenemos en nuestro jardín."
Otto decidió que no se daría por vencido. Al día siguiente, preparó un nuevo plato: "Tortas de Verduras
Misteriosas". En su receta, incluyó incluso un poquito de chocolate. Cuando los chicos del barrio pasaron de nuevo, Otto los llamó.
"¡Chicos! Vengan a probar mi nueva creación. No van a poder creer lo ricas que son."
Los chicos se miraron entre sí, dudando un poco, pero la curiosidad ganó.
"¿Chocolate? Bueno, quizás un bocado..." dijo uno de ellos.
"Yo quiero probarlo también," dijo otro emocionado.
Así que, Otto les sirvió un pedacito de las Tortas de Verduras Misteriosas.
"¡Esto está buenísimo!" gritaron, sus ojos brillando de felicidad.
"¿Cómo puede tener tanto sabor esto?" preguntó uno de los chicos.
"Es el amor que pongo en la cocina y la magia de los ingredientes naturales," explicó Otto.
"¡Ahora sí queremos más de esto!" dijeron los chicos, sonriendo.
Con el tiempo, el Jardín de Sabores de Otto se convirtió en el lugar predilecto de toda la ciudad. Todos los días, venían amigos de todos lados para probar sus platos coloridos y saludables. Otto había logrado algo maravilloso: compartir su amor por las comidas de la tierra y, al mismo tiempo, enseñar a los demás la importancia de valorar lo natural.
"¡Qué feliz estoy!" exclamó Otto un día mientras miraba a todos disfrutar juntos en su jardín.
"Gracias a la naturaleza y a la cocina, he unido a un montón de amigos. ¡Esto es solo el comienzo!"
FIN.