El Jardín de Todos
En un jardín de infantes muy especial, llamado "El Jardín de Todos", todos los niños y niñas eran bienvenidos, sin importar sus diferencias. La directora, la señorita Ana, había creado un ambiente inclusivo donde cada niño se sentía aceptado y valorado.
Un día, llegó un niño nuevo al jardín, se llamaba Lucas y usaba silla de ruedas. Al principio, los otros niños no estaban seguros de cómo interactuar con él, pero la señorita Ana les explicó que Lucas era igual que ellos, solo que necesitaba ayuda para moverse. Durante la semana, la señorita Ana organizó actividades que incluían a Lucas en todas las actividades, como juegos adaptados y excursiones accesibles.
Pronto, Lucas se convirtió en amigo de todos. En el jardín, cada niño aprendió a respetar las diferencias y a ayudarse mutuamente. Fue entonces cuando una nueva niña, llamada Lola, llegó al jardín. Lola era sorda, pero eso no impidió que se uniera a las actividades con la ayuda de lenguaje de señas y el apoyo de sus compañeros.
Juntos, los niños descubrieron que todos tenían algo especial que aportar al grupo, sin importar sus diferencias. Trabajaron juntos en el huerto escolar, creando un rincón de plantas aromáticas para que Lola pudiera disfrutar de ellas, y adaptando los juegos para que Lucas pudiera participar plenamente.
Al final del año, el jardín de infantes organizó una gran fiesta para celebrar la diversidad y la inclusión. Los padres y familiares de los niños se unieron para admirar las obras de arte, manualidades y presentaciones que los niños habían preparado juntos.
Lucas, Lola y todos sus amigos del jardín de infantes se dieron cuenta de que la inclusión no solo significaba aceptar a los demás, sino también apoyarse mutuamente para que todos pudieran brillar. El "Jardín de Todos" se convirtió en un ejemplo de amor, respeto y solidaridad para todas las infancias en nivel inicial.
FIN.