El Jardín de Tomás y la Tortuga Sabia
Era un hermoso día de primavera cuando Tomás decidió explorar el viejo barrio donde vivía. Con su gorra de béisbol, decidió adentrarse en un pequeño camino que nunca había visto antes. Mientras caminaba, se topó con un jardín perdido entre la maleza. Las flores, antes brillantes, ahora estaban marchitas y las plantas, cubiertas de polvo y suciedad.
Tomás se sintió triste por el estado del jardín y pensó: "¡Éste lugar podría ser hermoso otra vez!" Sin pensarlo dos veces, sacó sus herramientas de jardinería - que había recibido de su abuelo - y se puso a trabajar. Con cada golpe de azada y cada jarra de agua que echaba a las plantas, sentía que el jardín cobraba vida.
Después de varias horas de esfuerzo, el jardín comenzó a mostrar signos de color y alegría. Justo cuando Tomás pensaba en tomarse un descanso, un suave ruido llegó desde detrás de un arbusto. Lentamente, una tortuga anciana salió de su escondite, moviendo sus patas de manera pausada.
"¡Gracias, Tomás, por limpiar mi jardín!"-, dijo la tortuga con una voz suave pero firme.
"¡No hay de qué!"-, respondió Tomás, sorprendido de escuchar a un animal hablar.
"Yo soy Jumantuvier, la guardiana de este jardín. Estoy un poco vieja y ya no puedo cuidarlo como solía hacerlo. Pero tú has hecho un trabajo maravilloso."
Tomás miró a su alrededor y se sintió orgulloso de lo que había logrado.
"Me encantaría cuidarlo junto a vos, Jumantuvier. ¿Qué más puede hacer este jardín por nosotros?"-, preguntó intrigado.
La tortuga sonrió y le explicó:
"Este jardín no sólo necesita agua y tierra, también necesita amor y compañía. Cada planta aquí tiene una historia, y juntas, crean un ecosistema mágico. Si cuidas de ellas, te mostrarán maravillas increíbles."
Tomás estaba fascinado por las palabras de Jumantuvier.
"¡Enséñame más!"-, exclamó.
"Claro, pero primero, mándame a buscar unas semillas especiales que están escondidas por aquí. Necesitamos incorporarlas para que el jardín florezca en su máximo esplendor."-
Así fue como Tomás y Jumantuvier comenzaron una misión. Juntos recorrieron el jardín, descubriendo nuevos rincones y una magia que el pequeño niño nunca había imaginado. Encontraron semillas brillantes en una piedra, flores que susurraban secretos al viento y árboles que bailaban al compás del sol.
Los días pasaron y la amistad entre Tomás y Jumantuvier creció. Aprendió a cuidar de cada planta, a ser paciente y a escuchar. La tortuga le contó historias de cómo en el pasado el jardín era un lugar de celebración y alegría, lleno de niños riendo y plantas hermosas.
Sin embargo, un día, mientras regaban las flores, se dieron cuenta de que el jardín empezaba a decaer nuevamente.
"¿Qué está pasando?"-, preguntó Tomás angustiado.
"Parece que hay una sombra sobre el jardín. Quizás se deba a la falta de atención de los vecinos. ¡Debemos hacer algo!"-
Tomás, decidido a no dejar que eso sucediera, fue a hablar con los niños de su barrio.
"¡Chicos! ¡Vengan a conocer el jardín mágico! Necesitamos su ayuda para cuidarlo y cuidarnos todos juntos."-
Los niños, intrigados por la propuesta, aceptaron sin dudarlo y, al día siguiente, se reunieron en el jardín. Con la guía de Tomás y Jumantuvier, comenzaron a limpiar, plantar y dar vida al lugar. Lo que antes era un jardín olvidado, ahora era un punto de encuentro donde niños y adultos se reunían para compartir risas y aprender sobre la naturaleza.
La tortuga miraba todo con amor y satisfacción.
"Gracias, Tomás, por ser el héroe que este jardín necesitaba. La amistad y el esfuerzo colectivo son lo que lo alimenta."-
Con el tiempo, el jardín fue creciendo y floreciendo más que nunca. Y Tomás aprendió el valor de cuidar no solo de las plantas, sino también de las relaciones, de la comunidad y del medio ambiente que los rodea.
Así, el jardín de Tomás, ahora lleno de colores y risas, se convirtió en un símbolo de amistad y unidad, donde todos aprendieron a valorar la naturaleza y el poder de trabajar juntos. *Y así, el jardín de Jumantuvier florecería eternamente en los corazones de aquellos que lo cuidaron.*
FIN.