El Jardín del Amor



Era un hermoso día en el centro infantil "Pequeños Sueños". El sol brillaba en el cielo y los niños jugaban felices en el patio. La maestra Laura, con su sonrisa cálida, estaba organizando un Taller del Amor. Ella les había explicado que el amor se muestra de muchas maneras y que hoy aprenderían a expresarlo a través de actividades creativas.

"Hoy haremos tarjetas de amor para regalar a quienes queremos", les dijo la maestra, mientras los niños se sentaban en círculos, llenos de expectativa.

"¿A quién le van a regalar su tarjeta?"- preguntó Laura, mirando a cada uno.

"Yo le haré una a mi mamá porque siempre me hace mis galletitas favoritas"- dijo Tomi, un niño rubio con una gran sonrisa.

"Yo a mi abuela, que me cuenta cuentos antes de dormir"- agregó Ana, una niña de trenzas largas.

Los niños comenzaron a colorear, recortar y dibujar. Pero algo extraño sucedió. En la mesa de un lado, Mateo, un niño nuevo que había llegado al centro hacía poco, estaba sentado solo, con la mirada triste.

"¿Por qué no haces una tarjeta, Mateo?"- le preguntó Laura.

"No sé... no tengo a nadie a quien regalarle una tarjeta"- contestó Mateo, mientras se encogía de hombros.

Los demás niños escucharon la conversación y se miraron preocupados.

"¡Pero todos tenemos a alguien a quien amar!"- exclamó Ana, dándose cuenta de que todos merecen sentir el amor.

"¿Qué tal si hacemos una tarjeta para Mateo?"- propuso Tomi entusiasmado.

"Sí, ¡buena idea!"- dijo Ana. "Podemos hacerle una tarjeta para que él también se sienta querido".

Los niños comenzaron a trabajar juntos. Pintaron un gran corazón en la tarjeta y escribieron: "Mateo, ¡te queremos mucho!". Cuando terminaron, le llevaron la tarjeta a Mateo.

"¡Sorpresa! Esto es para vos, Mateo"- dijo Tomi, sonriendo ampliamente.

Mateo miró la tarjeta y sus ojos se iluminaron por primera vez.

"¿Para mí?"- preguntó, un poco incrédulo.

"Sí, ¡porque todos somos amigos aquí!"- respondió Ana, dándole una palmadita en la espalda.

Mateo sonrió tímidamente y, por primera vez, se unió a los demás. A partir de ese momento, se volvió parte de su grupo, compartiendo risas, juegos y, por fin, amor.

La actividad del Taller del Amor no solo les enseñó a los niños sobre la importancia de expresar sus sentimientos, sino también a ver cuándo alguien más necesita un gesto de amor. Esa tarde, mientras caía el sol, la maestra Laura miraba a sus alumnos jugar juntos, sintiendo que había logrado lo que se propuso.

"El amor no solo se regala, también se comparte", pensó y sonrió.

Al final de la jornada, los niños se despidieron, cada uno llevando consigo su propia tarjeta. La que habían hecho para Mateo era muy especial, ya que había sido el primer paso hacia una nueva amistad.

Y así, en el centro infantil "Pequeños Sueños", aprendieron que el amor es entender, abrazar y hacer sentir a otros que son parte de algo hermoso. Desde ese día, Mateo se sintió como en casa, rodeado de amigos

Y ellos sabían que el amor está en los pequeños gestos, en amistad y en las simples palabras. Así fue como el Jardín del Amor floreció en el corazón de cada niño en el centro, y esa fue solo la primera de muchas aventuras que vivirían juntos.

FIN.

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