El jardín del amor marino
Había una vez en la hermosa playa de Mar del Plata, dos enamorados llamados Sol y Playa. Ellos siempre disfrutaban juntos de las olas, el sol y la arena.
Un día, mientras caminaban por la orilla del mar, encontraron un pequeño cangrejo atrapado entre las rocas. Sol se acercó para ayudarlo pero el cangrejo estaba asustado y lo pellizcó. "¡Ay! Me hizo daño", dijo Sol frotándose el dedo lastimado.
"No te preocupes mi amor, solo está asustado", respondió Playa tranquilamente. Después de unos minutos, pudieron liberar al cangrejo y lo dejaron volver al mar. Pero Sol seguía triste por el pellizco que había recibido.
Esa noche, mientras miraban las estrellas en la playa, Playa le preguntó a Sol qué era lo que más le gustaba hacer juntos en la playa. "A mí me gusta disfrutar del sol y el agua contigo", dijo Sol sonriendo.
"Entonces hagamos algo especial mañana para recordar nuestro amor por la playa", sugirió Playa con una sonrisa misteriosa. Al día siguiente temprano, Playa llevó a Sol hacia una parte de la costa que nunca habían explorado antes. Allí encontraron un lugar donde crecían flores silvestres muy coloridas junto al mar.
"Ohh qué lindas flores", exclamó Sol emocionada. "Sí, son muy especiales porque solo crecen aquí cerca del mar", explicó Playa con cariño. Juntos recolectaron flores y decoraron su lugar favorito en la playa.
Luego, Sol y Playa disfrutaron de un día maravilloso juntos haciendo castillos de arena, nadando en el mar y tomando sol rodeados por las hermosas flores. Cuando llegó la tarde, Sol estaba muy feliz y emocionada.
"Gracias mi amor por este día tan especial", dijo Sol abrazando a Playa. "No hay nada que pueda hacer para hacerte más feliz que verte sonreír", respondió Playa con ternura.
Desde ese día en adelante, Sol y Playa visitaban su lugar especial en la playa cada vez que necesitaban recordar lo mucho que se amaban y lo importante que era cuidar del medio ambiente para poder seguir disfrutando de la belleza natural del mundo.
Y así, gracias a su amor por el mar y su compromiso con la naturaleza, Sol y Playa vivieron felices siempre después.
FIN.