El Jardín del Mar Diversidad
En un colorido y mágico reino llamado Mar Diversidad, donde las olas del mar lucían como azules y verdes esmeraldas, vivían unas flores grandes y hermosas que hablaban y sonreían. Cada anochecer, las olas traían buenas noticias y las flores les contaban las aventuras de la jornada. Todo giraba en armonía, pero había algo que preocupaba a todos los habitantes del jardín: la Flor Chica, una pequeña y tímida florecita que vivía en una esquina lejana del jardín y que siempre se sentía fuera de lugar.
La Flor Chica solía esconderse detrás de las demás flores, deseando ser tan grande y hermosa como ellas. Un día, mientras observaba a las otras flores bailar al son del viento, decidió hablar con su amiga más cercana, la Flor Grande.
"¿Por qué soy tan pequeña y ellas son tan grandes?" - preguntó la Flor Chica con tristeza.
"Cada una de nosotras es especial a su manera, bonita. Tu tamaño no define tu belleza ni tu valor" - respondió la Flor Grande, animándola.
A pesar de eso, la Flor Chica seguía sintiéndose poco apreciada. Un día, un grupo de mariposas llenas de colores llegó al jardín. Se posaron sobre las flores, pero notaron que la Flor Chica estaba ocultándose.
"¡Hola! ¿Por qué no sales a disfrutar de nuestra presencia?" - preguntó una mariposa amarilla.
"Porque soy muy pequeña y no soy tan bonita como ustedes" - respondió la Flor Chica con voz suave.
"¡Eso no es cierto!" - exclamó la mariposa azul. "La belleza está en la diversidad. A veces, las cosas más pequeñas tienen el poder de hacer grandes maravillas".
Motivada por las palabras de las mariposas, la Flor Chica decidió salir y mostrar su colorido rostro. A medida que lo hacía, comenzó a practicar un hermoso baile entre el viento. Las otras flores se sorprendieron al ver su habilidad y se unieron a ella.
"Mirá lo que puede hacer tu pequeña amiga, ¡se mueve como si flotara en el aire!" - dijo la Flor Grande admirada.
A medida que las flores bailaban, la música del mar empezó a sonar con más fuerza, y ese día, la Playa de Diversidad decidió organizar un festival para celebrar la unicidad de cada flor.
Todas las flores se prepararon para el evento, pero la Flor Chica tenía un plan especial. Se unió a las mariposas y, por primera vez, se sintió realmente visible y feliz.
El día del festival, cada flor se presentó luciendo sus colores vibrantes y sus habilidades. Cuando llegó el turno de la Flor Chica, su corazón latía con fuerza, pero la mariposa amarilla la animó.
"¡Ahora es tu momento!" - susurró.
"¿Voy a ser suficiente?" - preguntó nerviosa.
"¡Eres más que suficiente!" - le aseguró.
Con una profunda inhalación, la Flor Chica comenzó a bailar bajo el brillo del sol y el murmullo del mar. A medida que se movía, creando patrones en el aire, todos los presentes quedaron maravillados. El jardín se llenó de aplausos y vítores.
Al final del festival, la Flor Chica se dio cuenta de que no necesitaba ser más grande para ser especial. Cada flor era única y hermosa por sus diferencias.
"¿Ven? ¡Lo hiciste increíble!" - le dijo la Flor Grande.
"No sabía que podía bailar así y hacer sentir felices a los demás" - respondió emocionada la Flor Chica.
"A veces, olvidamos cuánto pueden aportar las cosas pequeñas" - comentó una de las mariposas.
Desde entonces, la Flor Chica se convirtió en la estrella del jardín. Junto a las flores grandes y a sus amigas mariposas, entendió que su tamaño no importaba, sino su capacidad de hacer felices a los demás, y el Mar Diversidad se llenó de amor y aceptación gracias a la valentía de la pequeña flor.
FIN.