El jardín encantado de Sara
Había una vez una niña llamada Sara, a quien le encantaba leer libros. Desde que era muy pequeña, su mamá le contaba cuentos antes de dormir y eso despertó en ella un amor por la lectura.
Sara tenía una colección de libros en su casa que había ido creciendo con los años. Tenía libros de aventuras, de ciencia ficción, de misterio y hasta algunos libros educativos. Cada vez que terminaba uno, se emocionaba por empezar otro.
Un día, mientras exploraba entre las estanterías de su biblioteca personal, encontró un libro muy antiguo y polvoriento. El título decía: "El Secreto del Jardín Mágico". La portada mostraba un hermoso jardín lleno de flores brillantes y árboles gigantes.
Sara no podía resistirse a la curiosidad y decidió abrir el libro.
Al hacerlo, se dio cuenta de algo sorprendente: ¡el libro cobraba vida! Las palabras comenzaron a bailar frente a sus ojos y pronto se vio transportada al mundo mágico del jardín. En ese lugar maravilloso, Sara encontró personajes fantásticos como hadas juguetonas, duendes traviesos y animales parlantes. Cada uno tenía una historia interesante para contarle y ella aprendió muchas cosas nuevas cada día.
"Hola Sara", dijo el Conejo Sabio mientras saltaba por ahí. "¿Quieres aprender sobre las plantas mágicas?"Sara asintió emocionada y siguió al Conejo Sabio hasta un rincón especial del jardín donde las plantas tenían colores vibrantes y emitían un brillo mágico.
El Conejo le enseñó cómo cuidar de las plantas y cómo utilizar sus poderes para hacer pociones mágicas. Después, Sara se encontró con la Hada Curiosa, quien le mostró una biblioteca secreta llena de libros encantados.
Cada libro tenía una historia diferente y podía transportar a Sara a lugares lejanos e imaginarios. "¡Esto es increíble!" exclamó Sara maravillada. "Nunca imaginé que los libros pudieran ser tan mágicos".
La Hada Curiosa sonrió y respondió: "Los libros tienen el poder de llevarte a mundos nuevos y emocionantes. Solo necesitas abrirlos y dejar volar tu imaginación". Sara comprendió entonces que no importaba cuántos libros tenía en su colección, lo importante era la magia que contenían dentro.
Los libros eran ventanas hacia otros universos, fuentes de conocimiento y amigos incondicionales. Pasaron los días en el jardín mágico y cada día Sara aprendía algo nuevo. Pero llegó el momento en que tuvo que despedirse de aquel lugar especial.
"Gracias por todo lo que me has enseñado", dijo Sara al despedirse del Conejo Sabio y del Hada Curiosa. "Nunca olvidaré la magia que encontré aquí". De vuelta en su casa, Sara miraba sus libros con una nueva apreciación.
Ahora sabía que cada uno guardaba un tesoro único esperando ser descubierto. Desde aquel día, Sara se convirtió en una defensora de la lectura entre sus amigos y familiares.
Les contaba sobre las aventuras increíbles que había vivido en el jardín mágico y los animaba a sumergirse en la magia de los libros. Y así, Sara demostró que no importa cuán pequeña sea una persona, con un libro en sus manos puede viajar lejos y aprender cosas maravillosas.
FIN.