El jardín mágico
Había una vez una caja de zapatos abandonada en el desván de una vieja casa. Esta caja era muy especial, ya que estaba llena de magia y aventuras.
Un día, un pequeño zapallo llamado Pulga decidió explorar la caja. Pulga saltó dentro de la caja y se encontró inmediatamente en un hermoso laberinto lleno de caminos estrechos y emocionantes desafíos. Mientras caminaba por el laberinto, Pulga se encontró con un ratón llamado Ratoncito.
"¡Hola, amiguito! ¿Qué haces aquí?" -preguntó Pulga con entusiasmo. "Estoy buscando algo delicioso para comer. ¿Y tú?" -respondió Ratoncito. Pulga explicó cómo había llegado a la caja mágica y cómo quería descubrir todas las maravillas que había dentro de ella.
Ratoncito decidió unirse a él en su aventura. Los dos amigos continuaron explorando el laberinto juntos, enfrentándose a desafíos divertidos como puentes colgantes y obstáculos altos.
A medida que avanzaban, también encontraron pistas ocultas que les ayudaban a encontrar el camino correcto hacia la salida del laberinto. Después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, finalmente lograron salir del laberinto victoriosos.
Pero lo mejor aún estaba por venir: al salir del laberinto, se dieron cuenta de que habían llegado a un hermoso jardín lleno de flores coloridas y árboles frondosos. Allí conocieron a una mariposa llamada Arcoíris, quien les contó sobre el poder de la amistad y cómo todos tenemos habilidades especiales que podemos usar para ayudarnos mutuamente.
"Pulga, tu capacidad para saltar nos ayudó a superar los obstáculos en el laberinto. Ratoncito, tu agilidad y astucia fueron clave para encontrar las pistas ocultas. Juntos, forman un equipo increíble", dijo Arcoíris.
Los tres amigos pasaron días felices explorando el jardín juntos, aprendiendo cosas nuevas y disfrutando de la compañía del otro.
Pulga se dio cuenta de lo importante que era ser valiente e intrépido como un zapallo, mientras que Ratoncito aprendió a confiar en su intuición y a no subestimar su tamaño. Al final de su aventura en la caja mágica, Pulga, Ratoncito y Arcoíris se despidieron con lágrimas en los ojos pero con corazones llenos de gratitud por haberse conocido.
"Nunca olvidaremos nuestra increíble aventura juntos", dijeron al unísono. Y así fue como estos tres amigos descubrieron que incluso las cosas más pequeñas pueden llevarnos a grandes aventuras si tenemos el coraje de explorarlas.
A partir de ese día, nunca dejaron de soñar ni de buscar nuevas emociones dentro y fuera del laberinto.
FIN.