El Jardín Mágico
Era una soleada mañana en el pequeño barrio de Villa Luz. Leo, un niño curioso de 8 años, estaba jugando en el patio de su casa cuando su hermana Lia, de 6 años, se acercó corriendo.
"¡Leo! ¡Leo! ¿Viste el nuevo jardín que hay en la esquina?" - preguntó Lia emocionada.
"No, no lo he visto. ¿Qué tiene de especial?" - respondió Leo, intrigado.
"Dicen que está lleno de flores que hablan y árboles que cuentan historias. ¡Vamos a verlo!" - dijo Lia, saltando de alegría.
Los dos hermanos decidieron aventurarse hacia el jardín. A medida que se acercaban, se maravillaron con los colores brillantes y los aromas frescos que rodeaban el lugar.
Al entrar, se encontraron con un gran girasol que los miraba con ojos chispeantes.
"¡Hola, pequeños exploradores!" - dijo el girasol con una voz suave.
"¡Hola!" - respondieron a coro los hermanos.
"Soy Solano, el girasol. Si quieren, puedo contarles historias sobre este jardín mágico."
"¡Sí, por favor!" - exclamó Lia, mientras Leo asentía con la cabeza.
Entonces, Solano comenzó a relatar cómo las flores habían sido plantadas por un jardinero que creía en la magia de la naturaleza.
"Cada planta aquí tiene una habilidad especial. La rosa roja puede enseñar sobre el amor y el respeto, y la margarita, sobre la amistad." - explicó Solano.
Leo sintió curiosidad y preguntó:
"¿Y hay alguna flor que nos pueda enseñar sobre el trabajo en equipo?"
"¡Claro! La flor de loto es la mejor en eso. Sigan el camino hasta el estanque y la encontrarán." - indicó Solano.
Los hermanos se despidieron del girasol y siguieron el camino hacia el estanque. De repente, empezaron a escuchar un murmullo entre las plantas. Era un grupo de flores que parecía estar discutiendo.
"¿Qué pasa?" - preguntó Lia.
"No podemos decidir quién debe ocupar el asiento del sol. Todos queremos ser las más brillantes y hermosas." - dijo una de las margaritas con tristeza.
Leo y Lia se miraron y se dieron cuenta de que podían ayudar.
"¿Y si cada una se turna para estar en el sol durante el día? Así todas pueden ser brillantes y hermosas," - sugirió Leo.
"Eso es genial, Leo! Así se sentirán bien y seguirán creciendo juntas," - añadió Lia emocionada.
Las flores miraron a los hermanos con sorpresa y luego sonrieron.
"¡Eso es una gran idea! Muchas gracias, pequeños!" - dijeron en coro.
Al final, las flores decidieron seguir el plan de turnarse y se sintieron felices. Leo y Lia siguieron su camino hasta el estanque y, allí, encontraron a la flor de loto transformándose.
"¡Hola, pequeños! He escuchado de sus buenas ideas. Estoy aquí para enseñarles sobre la importancia de trabajar en equipo. ¿Quieren unirse a mí?" - dijo la flor de loto.
Los niños asintieron, listos para aprender.
"Para que el agua en el estanque sea clara y hermosa, todas las flores deben colaborar. Así, creamos un entorno perfecto para todos." - explicó la flor.
Leo tomó la palabra:
"¿Y cómo podemos hacer eso nosotros?"
"Pueden empezar ayudando a sus compañeros en la escuela, compartiendo ideas y apoyándose mutuamente en todo momento. Eso creará un lugar donde todos brillan, como en este jardín." - dijo con sabiduría la loto.
"¡Lo haremos!" - gritaron Leo y Lia juntos, emocionados.
De regreso a casa, los hermanos se sintieron inspirados. Sabían que podían hacer la diferencia en su escuela y en su comunidad.
"¿Te imaginás a todos juntos, ayudando y apoyándose?" - dijo Lia.
"Sí, sería espectacular. Como en el jardín mágico, donde todos son importantes," - respondió Leo.
Y así, con el corazón lleno de nuevas ideas, decidieron que al día siguiente hablarían con sus amigos y les contarían sobre su aventura en el jardín mágico y todo lo que habían aprendido. Sabían que juntos, podrían hacer brillar a su mundo, al igual que las flores en el jardín.
FIN.