El jardín mágico de Abi y Kevin



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Felicidad, dos amigos muy especiales: Abi y Kevin. Abi era una niña alegre y creativa, siempre dispuesta a ayudar a los demás.

Kevin, por su parte, era un niño amable y curioso, que siempre tenía una sonrisa en su rostro. Un día soleado, mientras jugaban en el parque del pueblo, Abi tuvo una idea emocionante.

"Kevin, ¿qué te parece si construimos un jardín mágico aquí mismo?"- propuso con entusiasmo. "¡Eso suena genial!"- respondió Kevin emocionado. Juntos comenzaron a buscar semillas de flores de colores brillantes y plantas exóticas para decorar el jardín. Dedicaron días enteros cavando hoyos y regando las plantas con mucho cuidado.

Poco a poco, el parque se llenó de hermosas flores que parecían sacadas de un cuento de hadas.

Un día, cuando paseaban por el jardín mágico que habían creado, encontraron algo inesperado: ¡una puerta escondida entre las ramas de un árbol! Sin pensarlo dos veces, decidieron abrirla para descubrir qué había detrás. Para su sorpresa, al cruzar la puerta se encontraron con un mundo completamente diferente: era un lugar lleno de criaturas fantásticas como duendes traviesos y hadas risueñas.

Todos ellos vivían en armonía entre las flores y los árboles del jardín mágico. Abi y Kevin hicieron muchos nuevos amigos allí.

Aprendieron a bailar con las hadas, a construir casitas para los duendes y hasta tuvieron la oportunidad de montar en el lomo de un unicornio. Pero no todo era perfecto en ese mundo mágico. Un día, cuando Abi y Kevin estaban jugando cerca del río encantado, se dieron cuenta de que algo andaba mal.

El agua estaba turbia y los peces parecían enfermos. "¡Tenemos que hacer algo!"- exclamó Abi preocupada. Juntos, buscaron al sabio del jardín mágico: un viejo árbol parlante llamado Sabino.

Sabino les explicó que alguien había estado arrojando basura al río encantado y eso estaba dañando el equilibrio natural del lugar. Les pidió a Abi y Kevin que encontraran al culpable y lo convencieran de dejar de contaminar.

Con valentía, nuestros amigos emprendieron una misión para descubrir quién era el responsable. Siguiendo pistas por todo el jardín mágico, finalmente llegaron a un pequeño duende llamado Trasto. Trasto admitió ser el responsable de la contaminación del río porque pensaba que nadie se daría cuenta.

Pero cuando vio lo tristes que estaban Abi y Kevin por las consecuencias de sus acciones, decidió cambiar su forma de actuar. Juntos, limpiaron el río encantado y prometieron cuidarlo siempre.

Desde entonces, cada vez que veían a alguien arrojar basura en cualquier lugar, recordaban lo importante que era mantener limpio su entorno. Cuando regresaron al mundo real, Abi y Kevin se dieron cuenta de que habían aprendido una valiosa lección: la importancia de cuidar y respetar la naturaleza.

A partir de ese día, se convirtieron en defensores del medio ambiente y enseñaron a otros niños a hacer lo mismo. Y así, Abi y Kevin siguieron siendo muy felices juntos, compartiendo aventuras y aprendiendo lecciones importantes en su camino por Villa Felicidad.

FIN.

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