El Jardín Mágico de Aria



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Valle Verde, donde vivía una simpática niña llamada Aria. Aria era una apasionada del campo. Cada mañana, se despertaba al canto de los pájaros y corría hacia el jardín de su abuela, donde los árboles frutales se llenaban de colores y fragancias maravillosas.

Una mañana, mientras estaba regando las plantas, Aria se encontró con una mariposa que brillaba como el oro. La mariposa le dijo: "Hola, Aria. Soy Miri, la mariposa mágica. He venido a ofrecerte un pequeño viaje. ¿Te gustaría descubrir los secretos del campo?"

Aria no podía creer lo que estaba escuchando. "¡Sí! Sería increíble, Miri. ¡Vamos!"

Miri agitó sus alas y, en un instante, Aria se encontró en un lugar deslumbrante lleno de flores gigantes y árboles que hablaban. "Bienvenida a la Tierra de los Placeres, donde cada rincón tiene algo especial que enseñarte. Aquí, el trabajo se combina con el amor y la vocación. Ya verás. "

Aria siguió a Miri, quien la llevó a conocer a Don Tomás, el jardinero. Don Tomás estaba rodeado de plantas coloridas. "¡Hola, Aria! Me alegra verte. Ven, quiero mostrarte cómo cuido mi jardín. Cada planta necesita cariño y atención. Así aprendí a trabajar mi pasión: la jardinería. ¿Te gustaría probar?"

Aria aceptó emocionada. Mientras plants semillas, se dio cuenta de lo importante que era el trabajo y cómo disfrutaba hacerlo. "¡Esto es un placer!" exclamó, riendo mientras la tierra se llenaba de vida.

Después, Miri llevó a Aria a una granja donde conoció a Clara, una dulce vaca. "Hola, Aria. Aquí, el amor es fundamental. Cuidar de mis amigos animales me hace feliz. ¿Te gustaría ayudarme a alimentar a los patos?"

Aria sonrió y asintió. Juntas, llenaron un balde de alimento. Al hacerlo, sintió una enorme satisfacción, entendiendo que el amor por los animales era un trabajo que brindaba alegría.

El día continuó y Aria descubrió muchos otros oficios: la música alegre del herrero, la hermosa pintura de los paisajes por parte de la artista Lola. En cada rincón, Aria aprendía algo nuevo sobre la vocación y cómo cada persona encontraba placer en lo que hacía.

Sin embargo, cuando llegó la tarde, Miri pareció más tranquila. "Aria, es momento de regresar. Espero que hayas aprendido lo esencial: el campo, el amor, el trabajo y los placeres pueden estar juntos. Pero también hay algo importante que debo decirte."

"¿Qué es, Miri?" preguntó Aria, intrigada.

"Debes compartir todo lo que aprendiste con los demás. A veces, los secretos de la felicidad se esconden en hacer felices a los demás. ¿Te gustaría ser un puente entre el campo y tu pueblo?"

La niña asintió con entusiasmo. "¡Sí, Miri! Compartiré todo lo que he aprendido. Haré un jardín comunitario donde todos puedan trabajar juntos y disfrutar de los placeres del campo."

Justo entonces, un suave viento sopló y, de repente, Aria estaba de vuelta en el jardín de su abuela. Se sintió emocionada y llena de energía.

El día siguiente, Aria se reunió con sus amigos y los entretuvo con historias de la Tierra de los Placeres. "¡Vamos a crear un jardín comunitario! Todos podemos aprender a cuidar plantas, animales y disfrutar de cada momento. Juntos, podremos hacer algo maravilloso!"

Sus amigos, entusiasmados, decidieron unirse y así garantizaron que esas enseñanzas se transformaran en actos concretos en su pequeño pueblo. Con el tiempo, Valle Verde se llenó de sonrisas, risas, y un hermoso jardín donde todos podían trabajar, compartir y disfrutar del campo.

Desde aquel día, Aria nunca olvidó lo que había aprendido y siempre recordó la importancia del trabajo y el amor en cada acción del día a día. Así, el campo, el amor, el trabajo, la vocación y los placeres se convirtieron en parte de su vida, y la felicidad de su pequeño pueblo floreció como nunca antes.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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