El Jardín Mágico de Benja



Era una hermosa mañana en el barrio de Villa Alegre, donde el sol brillaba en lo alto y los pájaros cantaban felices. Benja, un niño de 4 años con una imponente cantidad de energía, estaba jugando en su jardín con sus bloques de colores, construyendo torres que parecían tocar el cielo.

Un día, mientras se sumergía en su mundo de fantasía, un destello de luz apareció entre las flores. Al acercarse, se dio cuenta de que era Mamá Noel, pero no como la conocemos en invierno, sino en una versión veraniega. Tenía una blusa colorida y un sombrero de paja, y su risa era tan contagiosa como el canto de los pájaros.

"- ¡Hola, Benja!", exclamó Mamá Noel, sonriendo. "- Te he estado observando jugar muy feliz por aquí. ¿Te gustaría ir a un lugar mágico?"

Benja, con sus ojitos brillantes, respondió: "- ¡Sí! ¿A dónde vamos?"

Sin dudarlo, Mamá Noel le tomó la mano. "- Vamos a descubrir el Jardín Mágico, donde los sueños se hacen realidad. ¡Prepárate!"

Al instante, se encontraron en un jardín lleno de flores que nunca había visto. Las rosas eran de todos los colores, los girasoles danzaban al compás del viento y mariposas multicolores volaban por doquier.

"- ¡Mirá, Benja!", dijo Mamá Noel. "- Cada flor tiene una canción especial. ¿Te gustaría escuchar alguna?"

"- ¡Sí!", gritó Benja emocionado.

Mamá Noel se acercó a una flor roja: "- Esta canción habla de la amistad. Escuchá." Y al tocar la flor, comenzó a sonar una suave melodía. Benja empezó a bailar, imitando a las mariposas mientras reía sin parar.

Pasaron de flor en flor, cada una con su propia canción. En una rosa amarilla, Mamá Noel le enseñó sobre la generosidad. "- Esta flor nos recuerda que siempre podemos compartir lo que tenemos."

De repente, Benja se detuvo y miró a Mamá Noel con un rostro pensativo. "- Mamá Noel, ¿y si alguien no tiene nada para compartir?"

Mamá Noel sonrió y le dijo: "- Todos tenemos algo que dar, Benja. A veces, una sonrisa o un acto de amabilidad son los mejores regalos que podemos ofrecer."

Continuaron su aventura, pero entonces, algo inusual sucedió. Un pequeño grupo de criaturas de peluche apareció debajo de un árbol. Eran un conejo, un oso y un pato, todos muy confundidos.

"- ¡Ayuda!", gritó el conejo. "- Nos perdimos en este Jardín Mágico y queremos volver a casa!"

Mamá Noel miró a Benja y le dijo: "- ¿Qué creés que podemos hacer?"

Benja pensó por un momento y dijo: "- Podemos ayudarlos. Yo tengo muchos bloques de colores en mi casa. Podemos construir un camino para guiarlos de regreso!"

"- ¡Esa es una idea brillante, Benja!", comentó Mamá Noel llena de orgullo.

Juntos, se pusieron manos a la obra. Regresaron al jardín de Benja y tomaron los bloques. Mientras los colocaban uno tras otro, los juguetones peluches saltaban de alegría. Luego de mucho esfuerzo y diversión, construir un camino de colores que brillaba bajo el sol.

"- ¡Ahora pueden regresar!", exclamó Benja. "- El camino los llevará a casa. ¡Vamos, sigamos juntos!"

Los peluches estaban tan agradecidos que abrazaron a Benja y a Mamá Noel. "- Gracias, amigos! Siempre recordaremos su amabilidad y cómo nos ayudaron a encontrar el camino nuevamente."

Mamá Noel miró a Benja con ternura. "- Hoy no solo aprendiste sobre la amistad y la generosidad, sino también sobre el valor de ayudar a otros."

Benja sonrió radiante. "- ¡Sí, es como un superpoder! Podemos hacer del mundo un lugar mejor."

El día se fue oscureciendo, y aunque era hora de regresar, Benja nunca olvidaría su aventura en el Jardín Mágico. Mamá Noel lo llevó de regreso a su hogar, y justo antes de despedirse, le dijo:

"- Recuerda, Benja, cada vez que ayudes a alguien, un pedacito de magia vive en ti."

Se despidieron con un abrazo fuerte y una promesa. Benja nunca dejaría de compartir su amor y alegría.

Y así, el jardín siguió floreciendo, lleno de risas, sueños y, sobre todo, un niño que entendió que los verdaderos regalos son aquellos que no tienen precio: el amor, la amistad y la generosidad.

FIN.

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