El jardín mágico de Juan y Sapo



Había una vez en un hermoso jardín, la mamá de Juan buscaba a su travieso hijo. Juan solía esconderse entre las flores y jugar a las escondidas, pero esta vez parecía haber desaparecido por completo.

La mamá de Juan caminaba de un lado a otro, llamando su nombre con preocupación. Fue entonces que, al acercarse a una linda flor amarilla, vio algo pequeño y verde moviéndose debajo de ella.

Para su sorpresa, ¡era un sapito!"¡Oh! ¿Y tú quién eres?", preguntó la mamá de Juan con curiosidad.

El sapito la miró con sus ojitos brillantes y respondió: "¡Hola! Soy Sapo, ¿y tú?"La mamá de Juan sonrió ante la respuesta del simpático sapito y le dijo: "Soy la mamá de Juan. Estoy buscando a mi hijo, ¿lo has visto por aquí?"Sapo sacudió su cabecita y dijo: "No he visto a tu hijo por aquí, pero quizás pueda ayudarte a encontrarlo.

"La mamá de Juan se sorprendió al escuchar eso y asintió con gratitud. Juntos comenzaron a buscar a Juan por el jardín. Pasaron por los rosales perfumados, los arbustos frondosos y hasta se aventuraron cerca del estanque donde cantaban las ranas.

Mientras buscaban, Sapo contó divertidas historias sobre sus travesuras en el jardín y enseñó a la mamá de Juan sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y respetar a todos los seres vivos que lo habitan.

Después de un rato buscando, finalmente encontraron a Juan escondido detrás del viejo roble risueño que les dio sombra fresca. La mamá abrazó felizmente a su hijo mientras Sapo saltaba emocionado alrededor de ellos.

"¡Gracias por ayudarme a encontrar a mi hijo!", expresó la mamá de Juan con alegría. Sapo sonrió ampliamente y dijo: "Fue un placer ayudarte. Recuerda siempre que en la naturaleza podemos encontrar amigos inesperados.

"Desde ese día, la mamá de Juan visitaba el jardín junto con su hijo para jugar entre las flores mientras Sapo los acompañaba con sus sabias palabras sobre el respeto hacia todas las criaturas del mundo natural.

Y así, entre risas y enseñanzas, formaron un vínculo especial que perduraría para siempre en sus corazones. Porque en cada rincón mágico como aquel jardín encantado, siempre hay lecciones valiosas esperando ser descubiertas.

FIN.

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