El jardín mágico de la abuela Lola



Había una vez, en un pequeño pueblo, una niña llamada Sofía que vivía con su abuela Lola. La abuela Lola era conocida en todo el pueblo por su maravilloso jardín, que parecía tener un toque mágico.

Un día, Sofía decidió invitar a sus amigos Lucas, Martina, Tomás y Valentina a visitar el jardín de su abuela. Al llegar, se sorprendieron al ver la belleza de las flores y árboles que allí crecían. -¡Wow, qué jardín tan hermoso! -exclamó Martina.

-Sí, parece salido de un cuento de hadas -agregó Lucas. Pero de repente, un pequeño duende salió de entre las flores y les habló: -¡Bienvenidos al jardín mágico de la abuela Lola! Soy Damián, el guardián de este lugar encantado.

Los niños se quedaron atónitos, asombrados por la presencia del duende. -¿Un jardín mágico? ¡Qué emocionante! -dijo Valentina.

Damián les contó que cada planta y flor del jardín tenía propiedades especiales y que la abuela Lola sabía cómo utilizarlas para ayudar a las personas del pueblo. Intrigados, los amigos decidieron ayudar a la abuela Lola en la recolección de hierbas y flores para sus pociones mágicas.

Con el tiempo, aprendieron sobre las propiedades curativas de las plantas y la importancia de cuidar y respetar la naturaleza. Un día, el pueblo sufrió una sequía que amenazaba con destruir los cultivos. Los niños, con la ayuda de la abuela Lola, utilizaron las plantas mágicas para salvar las cosechas y el pueblo entero.

A partir de ese día, el jardín de la abuela Lola se convirtió en un símbolo de esperanza y solidaridad para todos. Los niños siguieron visitando el jardín mágico, aprendiendo sobre la importancia de la naturaleza y la bondad.

Y la abuela Lola siguió compartiendo su sabiduría y amor con todos. El jardín mágico de la abuela Lola se mantuvo vivo y floreciente, gracias al cuidado de todos.

Y los niños, convertidos en jóvenes, llevaron consigo las lecciones aprendidas para cuidar el mundo y a quienes los rodeaban.

FIN.

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