El Jardín Mágico de la Amistad



Había una vez, en un colorido pueblo llamado Arcoíris, un jardín mágico donde crecían las flores más hermosas del mundo. Este jardín no solo tenía flores de todos los colores, tamaños y formas, sino que también era habitado por criaturas mágicas que representaban la diversidad del lugar.

Un día, el jardinero, un anciano llamado Don Ramón, decidió organizar un gran concurso para ver cuál era la flor más bonita del jardín. Las flores, emocionadas, comenzaron a prepararse para el evento y cada una pensó en hacer lo mejor para ganar.

La flor de girasol, que siempre seguía al sol, dijo: "Yo voy a ser la más reluciente. ¡Nadie puede competir conmigo!"

La rosa, que era muy orgullosa, contestó: "Nadie es tan hermosa como yo. ¡Mis pétalos son los más suaves del mundo!"

La orquídea, muy elegante, sonrió y dijo: "Yo tengo un aroma tan especial que todos se enamorarán de mí. ¡Seré la ganadora!"

Mientras tanto, en un costado del jardín, una pequeña margarita observaba a las otras flores. Era pequeña y simple, pero tenía un brillo especial en su interior. La margarita se sintió triste al ver que las flores más grandes y coloridas hacían comentarios despreciativos sobre su apariencia. "Quizás no soy lo suficientemente linda para participar", murmuró.

A medida que se acercaba el día del concurso, Don Ramón notó la tensión en el jardín. "Queridas flores, este concurso es para celebrar la belleza de cada una de ustedes. Recuerden que cada flor tiene su propia gracia y no hay una sola forma de ser hermosa. La diversidad es lo que hace único a nuestro jardín", les dijo con una sonrisa.

Sin embargo, las flores no escucharon y continuaron compitiendo entre ellas. Se organizó un pequeño grupo de flores que comenzaron a criticar a las demás.

El día del concurso, las flores estaban listas. El girasol con su gran tamaño, la rosa con su magnífico color y la orquídea con su inconfundible aroma impresionaron a todos. La margarita, por su parte, se sintió más insegura que nunca.

De repente, mientras Don Ramón iba a dar inicio al concurso, un fuerte viento comenzó a soplar. Las flores más grandes y pesadas fueron arrastradas por el viento y cayeron, mientras que la pequeña margarita, más ligera y flexible, se mantuvo firme en su lugar.

"¿Qué ha pasado?" exclamó el girasol con voz asombrada.

"No puedo creerlo, ¡nos han derribado!" dijo la rosa, mientras intentaba levantarse.

"Esto no puede estar pasando, no podemos permitir que una simple margarita gane", dijo la orquídea desconcertada.

Pero Don Ramón sonrió. "Mirad cómo la margarita se mantiene en pie, mientras las otras flores han caído. Tal vez la verdadera belleza no esté solo en lo que se ve, sino también en la fortaleza y el espíritu que cada una de ustedes tiene."

Las flores comenzaron a entender que no se trataba solo de ser la más hermosa, sino también de mostrar lo que cada una aportaba al jardín. Así, la margarita, con su luz interior y su resiliencia, comenzó a brillar más que nunca.

Don Ramón, con ternura, tomó la mano de la margarita y le dio el premio especial por su valor y su auténtica belleza. "Eres un ejemplo de cómo la diversidad crea un hermoso mosaico que nos enriquecen a todos", le dijo.

Desde ese día, las flores comenzaron a celebrar sus diferencias y a aprender unas de otras. El jardín se convirtió en un lugar no solo de competencia, sino de amistad y convivencia en armonía.

Y así, en el Jardín Mágico de la Amistad, no había ganadoras ni perdedoras; todas eran únicas y hermosas a su manera.

FIN.

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