El Jardín Mágico de Lila



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y llenos de flores de colores, vivía una niña llamada Lila. Lila era curiosa y le encantaba explorar. Un día, mientras jugaba en su jardín, notó una puerta vieja y cubierta de enredaderas que no había visto antes.

"¿Dónde llevará esta puerta?", se preguntó Lila.

Con un empujón, logró abrir la puerta y se encontró frente a un jardín esplendoroso, lleno de flores brillantes y árboles frutales. En el centro, había una fuente que brillaba como si tuviera estrellas en el agua.

"¡Hola!", dijo una voz suave. Era un anciano jardinero con barba blanca y ojos chispeantes.

"Me llamo don Mateo. Bienvenida a mi jardín mágico".

"¡Es hermoso! ¿Puedo quedarme?", preguntó Lila, admirando las mariposas que danzaban alrededor.

"Claro que sí, pero aquí cada planta y cada criatura necesita cuidados", respondió don Mateo.

Lila empezó a visitar el jardín todos los días. Don Mateo le enseñó a plantar semillas, regar las flores y cuidar a las mariquitas.

"¿Sabías que las mariquitas son nuestras amigas?", le explicó don Mateo.

"¡No! ¿Por qué?", preguntó Lila intrigada.

"Porque se comen a los pulgones y ayudan a que las plantas crezcan sanas".

Un día, Lila decidió invitar a sus amigos a conocer el jardín. Pero cuando llegaron, notaron que algunas plantas estaban marchitas.

"¡Oh no! ¿Qué le pasó a las flores?", preguntaron sus amigos, preocupados.

Lila se sintió mal y pensó que no podrían disfrutar del jardín. Sin embargo, don Mateo se acercó a ella:

"No te preocupes, Lila. Este es un aprendizaje. Vamos a trabajar juntos".

Así, Lila y sus amigos comenzaron a cuidar el jardín. Aprendieron a regar las plantas, a quitarle las hojas secas y a hablarles, como si fueran seres vivos. Lila explicó a sus amigos:

"Las plantas pueden sentir nuestro amor. Si las cuidamos, ellas nos devolverán su belleza".

Con el tiempo, las plantas comenzaron a florecer nuevamente, y el jardín se llenó de risas, colores y mariposas. Todos se sintieron tan felices que decidieron hacer un picnic allí cada semana.

Un día, mientras jugaban, Lila vio algo brillante entre las flores. Se acercó y vio que era una pequeña semilla dorada.

"¡Miren esto!", exclamó.

"¿Qué será?", se preguntaron sus amigos.

Don Mateo apareció y sonrió.

"Esa es una semilla mágica. Si la plantan y la cuidan con amor, crecerá un árbol que les dará frutas deliciosas".

Los amigos empezaron a cultivar la semilla, recordando todo lo que habían aprendido. Lila se sintió muy feliz de compartir ese momento con sus amigos.

"¡No puedo esperar para probar las frutas!", dijo Lila.

Al cabo de varias semanas de cuidados, el árbol creció y comenzó a dar frutas sorprendentes de todos los colores y sabores. Lila y sus amigos celebraron su esfuerzo y dedicación con un gran banquete en el jardín.

"Este jardín es más que un lugar hermoso, es un símbolo de nuestra amistad y el cuidado que tenemos que tener por la naturaleza", dijo Lila con una gran sonrisa.

Y así, Lila y sus amigos aprendieron que, con amor y dedicación, pueden lograr cosas maravillosas y que cuidar la naturaleza es una responsabilidad que todos compartimos. Con cada visita al jardín, el vínculo entre ellos se fortalecía, y el anciano don Mateo se convirtió en un querido amigo que compartía su sabiduría.

Desde ese día, Lila prometió seguir cuidando su jardín mágico y enseñarle a otros a hacer lo mismo. Al final, el jardín no solo se convirtió en un lugar lleno de belleza, sino también en un hogar para la amistad y el respeto hacia el medio ambiente.

"Nunca dejemos que la magia de la naturaleza se apague", dijo Lila al grupo, y todos asintieron, comprometidos a cuidar su pequeño rincón del mundo, lleno de historias y lecciones por aprender.

FIN.

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