El Jardín Mágico de los Cuentos



En un hermoso jardín, lleno de colores y sonrisas, se encontraba el Jardín Infantil 'Literatura, Arte y Exploración'. Cada mañana, los niños llegaban con su mochila, listos para descubrir un nuevo mundo a través de historias, juegos y expresiones artísticas.

Un día, la maestra Ana, con su cabello rizado y una gran sonrisa, propuso a los niños una actividad muy especial.

"Hoy vamos a crear nuestro propio cuento", dijo con entusiasmo.

Los niños comenzaron a pensar y a compartir ideas. Sofía, una pequeña con un amor enorme por los animales, sugirió:

"¡Podemos hacer un cuento sobre un león que quiere ser bailarín!"

"¡Sí!" exclamó Mateo, que siempre había soñado con ser un gran artista.

"Pero, ¿cómo hará el león para bailar si es tan grande?" preguntó Lucas, curioso.

"¡Esa es la magia del cuento!" respondió Sofía emocionada.

El grupo se lanzó a la creación. Con un gran cartón y pinturas, comenzaron a ilustrar al león que poco a poco fue tomando forma en el papel. Mientras trabajaban, cada uno aportaba un detalle a la historia, y la pasión por el arte se respiraba en el aire.

Cuando terminaron, el león no solo tenía grandes patas y una melena dorada, sino que también tenía un tutú brillante y una varita mágica.

Todo parecía ir perfecto. Sin embargo, cuando la maestra Ana les pidió que compartieran su cuento, algo inesperado pasó. Al leerlo en voz alta, el león comenzó a moverse por sí solo en las ilustraciones, danzando como nunca antes se había visto. Los niños quedaron asombrados.

"¿Qué sucedió?" preguntó Mateo, con los ojos como platos.

"¡El cuento cobra vida!" respondió Sofía, entre risas.

Los niños no podían creerlo. De repente, la ilustración del león se desprendió del papel y comenzó a bailar por todo el jardín.

"Vamos a seguirlo y ver a dónde nos lleva", sugirió Lucas con una gran sonrisa.

Los niños, llenos de emoción, comenzaron a seguir al león danzante. El pequeño animal los guió a un rincón mágico del jardín, donde había flores que brillaban y árboles que murmuraban secretos sobre el universo.

"¡Estoy en un sueño!" exclamó Mateo, sintiéndose como un verdadero aventurero.

"Esto es increíble", agregó Sofía.

Pasaron horas explorando aquel lugar fascinante, escuchando los cuentos de los árboles y creando nuevas historias inspiradas en lo que veían. En ese rincón, aprendieron sobre la importancia de cuidar la naturaleza y la creatividad que habita en cada uno de ellos.

Al caer la tarde, el león voló de vuelta al papel, y los niños, llenos de risas y cuentos en sus corazones, regresaron a la sala.

"¿Podemos volver a hacerlo?" preguntó Lucas ansiosamente.

"Claro que sí", dijo la maestra Ana, sonriendo.

Desde ese día, cada vez que los niños abrían un libro o pintaban, sabían que la magia de su mundo estaba dentro de ellos, esperando ser descubierta. Comprendieron que la literatura y el arte no solo eran herramientas para crear, sino ventanas hacia aventuras inimaginables.

Así fue como el Jardín Mágico de los Cuentos se convirtió en un lugar donde la imaginación no tenía límites y cada día traía una nueva explosión de creatividad.

Y así, el león bailarín continuó inspirando a las nuevas generaciones, recordándoles que en el juego, la literatura y el arte, siempre había un rayo de magia esperando ser despertado.

FIN.

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