El jardín mágico de Lucas
Había una vez un niño llamado Lucas, que vivía en una pequeña casa junto a un hermoso jardín. En ese jardín, las flores bailaban al ritmo del viento y los animales hablaban entre ellos.
Lucas era muy curioso y siempre estaba deseoso de descubrir cosas nuevas. Un día, mientras jugaba en el jardín, Lucas escuchó risas provenientes de un rosal cercano. Se acercó sigilosamente y se sorprendió al ver que las rosas estaban bailando y riendo alegremente.
- ¡Hola! - saludó Lucas con entusiasmo. - ¡Hola! ¿Quieres bailar con nosotras? - respondieron las rosas emocionadas. Lucas no lo pensó dos veces y se unió a la danza de las rosas.
Bailaron y rieron durante horas, disfrutando de la compañía mutua. Después de bailar tanto tiempo, Lucas se sentó debajo del rosal para descansar. De repente, escuchó otra voz proveniente del arbusto cercano: era una mariquita llamada Lola.
- Hola Lucas, veo que te has divertido mucho bailando con las rosas - dijo Lola sonriendo. - Sí, fue increíble. No sabía que el jardín escondiera tantos secretos maravillosos - respondió Lucas fascinado. Lola invitó a Lucas a volar por el jardín para descubrir más sorpresas.
Mientras volaban sobre los girasoles, encontraron a Roberto el conejo saltando felizmente entre ellos. - ¡Hola chicos! ¿Quieren jugar? - preguntó Roberto emocionado. - ¡Claro que sí! - respondieron Lucas y Lola al unísono.
Los tres amigos jugaron a las escondidas, saltaron sobre las hojas secas y se divirtieron mucho. Pero justo cuando pensaban que la diversión había terminado, escucharon un ruido proveniente de la fuente del jardín.
Se acercaron cautelosamente y vieron a Felipe, el pez dorado, nadando en círculos mientras cantaba una hermosa melodía. - ¡Felipe! ¿Sabías que puedes cantar? - preguntó Lucas sorprendido. - Sí, Lucas. Todos tenemos algo especial en nosotros. Las rosas bailan, Lola puede volar y yo puedo cantar.
En este jardín celebramos nuestra diversidad y compartimos nuestras habilidades con alegría - explicó Felipe sonriendo. Lucas comprendió entonces la importancia de valorar las cualidades únicas de cada uno.
Juntos, decidieron organizar un gran festival en el jardín para celebrar su amistad y compartir sus talentos con todos los seres vivos del lugar. El día del festival llegó y el jardín estaba lleno de animales curiosos por descubrir qué sorpresas les esperaban.
Las flores bailaron al ritmo de la música de Felipe mientras Lola volaba por encima de ellas. Roberto mostró sus habilidades para hacer piruetas mientras saltaba entre los girasoles.
Lucas también participó en el festival contando historias divertidas e inspiradoras que había aprendido durante sus aventuras en el jardín mágico. Todos quedaron fascinados con su capacidad para narrar historias emocionantes. Al final del día, todos se reunieron para agradecer el hermoso festival y la amistad que habían compartido.
Lucas se dio cuenta de lo afortunado que era por tener amigos tan especiales en su vida. Desde ese día, Lucas siempre valoró la diversidad y celebró las diferencias entre las personas.
Aprendió que todos tenemos algo especial dentro de nosotros y que, al compartirlo con los demás, podemos hacer del mundo un lugar más hermoso. Y así, Lucas continuó explorando el jardín junto a sus amigos, bailando con las flores y disfrutando de la magia de la amistad. Fin.
FIN.