El jardín mágico de Martín
Era una tarde soleada y Martín, un niño curioso, había descubierto un pequeño camino en el bosque cerca de su casa. Inmediatamente, decidió seguirlo, sin saber que le llevaría a una aventura extraordinaria.
***In extrema res***, Martín se encontraba frente a una enorme puerta de madera cubierta de enredaderas. Justo cuando iba a tocar, oyó un susurro:
"¡Esperá! No la toques aún..."
Martín se quedó sorprendido al ver a una pequeña hada con alas brillantes asomarse detrás de la puerta.
"¿Quién sos?" - preguntó Martín con ojos desorbitados.
"Soy Lila, la guardiana de este jardín mágico. Tiene un gran poder, pero solo se puede entrar si demostrás ser valiente y sabio."
"¿Cómo puedo hacerlo?" - inquirió Martín, ya emocionado.
"Tendrás que resolver tres acertijos. ¡Listo?"
"¡Sí!" - exclamó él.
Lila hizo un movimiento con su varita y, de repente, las hojas brillaron con una luz dorada.
"Aquí va el primero: ¿Qué es lo que siempre está delante de vos pero no lo podés ver?"
Martín pensó por un momento, luego sonrió y dijo:
"¡El futuro!"
"¡Correcto!" - exclamó Lila, abriendo lentamente la puerta.
Martín entró al jardín y quedó maravillado con lo que vio: árboles de caramelos, flores que cantaban y un río de chocolate.
"¡Es mágico!" - gritó.
"Pero no te dejes llevar solo por la belleza. ¿Listo para el segundo acertijo?" - preguntó Lila.
"¡Sí!"
"Allá va: tengo ciudades pero no casas, tengo montañas pero no árboles, tengo agua pero no peces. ¿Qué soy?"
Martín frunció el ceño, sintió que no iba a poder. De repente, recordó un mapa que vio en la escuela.
"¡Un mapa!" - contestó, seguro de su respuesta.
"¡Exacto! Has pasado la segunda prueba. Ven, vamos a la última" - dijo Lila, señalando un pedestal en el centro del jardín donde había una brillante esfera.
"Esta es la fuente de todos los sueños. Para acceder, debes resolver el último acertijo: ¿Qué se puede romper, aunque no se pueda tocar?"
Martín se quedó en silencio. Pensó en su familia, sus amigos, en todo lo que había que cuidar.
"¡Una promesa!" - dijo con determinación.
"¡Correcto, bravo!" - Lila aplaudió con alegría. La esfera brilló y se iluminó con mil colores.
"Ahora podés pedir un deseo. Pero recordá que debe ser algo sincero y desinteresado."
Martín pensó en todo lo que había visto. Finalmente dijo:
"Quiero que todos los niños del mundo puedan encontrar un lugar mágico como este para soñar y jugar."
El jardín estalló en luz, y en un instante, Martín se encontró de regreso en el camino del bosque, con una sonrisa en el rostro.
A partir de ese día, no solo soñó con jardines mágicos; también comenzó a inventar sus propias historias y a compartirlas con sus amigos y familiares.
**Fin.**
FIN.