El jardín mágico de Mateo
En un pequeño pueblo llamado Villa Verde vivía un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy inteligente y curioso, pero tenía un gran problema: no le gustaban las verduras.
Cada vez que su mamá intentaba darle brócoli, espinacas o zanahorias, él hacía una mueca y decía "¡No quiero comer eso!". Su mamá, preocupada por la falta de nutrientes en la dieta de Mateo, decidió buscar una solución creativa.
Un día, mientras paseaban por el mercado del pueblo, encontraron a Don Tomás, el jardinero más famoso de Villa Verde. Don Tomás tenía un jardín mágico lleno de plantas maravillosas y coloridas. Al verlo, Mateo se acercó corriendo y preguntó emocionado: "¿Puedo tocarlas? ¿Son mágicas?".
Don Tomás sonrió y dijo: "¡Claro que sí! Estas plantas son especiales porque pueden hacer cosas increíbles".
Luego les mostró a Mateo y su mamá cómo algunas plantas podían cambiar de color cuando las tocaban o cómo otras podían crecer rápidamente con solo unas gotitas de agua. Mateo quedó fascinado con todas las maravillas del jardín mágico.
Sin embargo, algo llamó especialmente su atención: ¡las verduras eran gigantes! Había zanahorias tan grandes como árboles y tomates tan grandes como pelotas de fútbol. "-¡Wow! ¡Estas verduras se ven deliciosas!", exclamó Mateo sorprendido. "-Así es", respondió Don Tomás. "-Estas verduras son especiales porque están llenas de vitaminas y minerales que nos hacen crecer fuertes y saludables.
¿No te gustaría probarlas?". Mateo pensó por un momento y decidió darle una oportunidad a las verduras gigantes. Agarró una zanahoria enorme y la mordió con entusiasmo.
Para su sorpresa, ¡era deliciosa! Tenía un sabor dulce y crujiente que nunca antes había probado. A partir de ese día, Mateo se convirtió en el mayor fanático de las verduras gigantes.
Les contaba a todos sus amigos sobre el jardín mágico de Don Tomás y cómo las verduras podían ser sabrosas y divertidas. Poco a poco, los demás niños del pueblo empezaron a interesarse por las verduras también. Pronto, Villa Verde se llenó de huertos comunitarios donde cada familia cultivaba sus propias verduras gigantes.
Con el tiempo, Mateo aprendió no solo a comer todas las verduras que encontraba en su plato, sino también a preparar deliciosos platos saludables con ellas. Se convirtió en un pequeño chef que compartía recetas nutritivas con su mamá y amigos.
La historia de Mateo se hizo famosa en todo el país e incluso fue invitado a programas de televisión para contar su experiencia inspiradora.
Gracias al jardín mágico de Don Tomás, miles de niños comenzaron a disfrutar las verduras como nunca antes lo habían hecho. Y así fue como la aversión de Mateo hacia las verduras se transformó en amor gracias al poder mágico del jardín verde.
Desde entonces, todos aprendieron la importancia de comer verduras para crecer sanos y felices. Y colorín colorado, esta historia de verduras ha terminado. ¡A comer sano se ha dicho!
FIN.