El jardín mágico de Mateo
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo que no quería ir a la escuela. Cada mañana se escondía bajo las sábanas y se negaba a levantarse.
Su mamá intentaba convencerlo, pero él siempre encontraba una excusa para quedarse en casa. Un día, al llegar a la escuela, Mateo comenzó a pelearse con sus compañeros por cualquier motivo.
No quería compartir sus juguetes, se enojaba si lo molestaban y muchas veces terminaba solo en un rincón del patio. La maestra, preocupada por la actitud de Mateo, decidió hablar con él después de clases.
Se sentaron juntos y ella le preguntó: "¿Por qué te cuesta tanto venir a la escuela y llevarte bien con tus compañeros?". Mateo bajó la mirada y murmuró: "No sé... no me gusta estar aquí". La maestra comprendió que algo debía cambiar en la vida de Mateo. Entonces, decidió proponerle algo diferente.
Le dijo: "Mateo, tengo una idea. ¿Qué te parece si creamos juntos un proyecto especial para toda la clase? Podríamos plantar un jardín en el patio de la escuela". Mateo levantó la cabeza sorprendido y sonrió tímidamente.
Le gustaba la idea de hacer algo creativo junto a sus compañeros. Esa misma tarde, organizaron todo para empezar con su proyecto. Los días pasaron y el jardín creció hermoso gracias al esfuerzo conjunto de todos los niños.
Mateo se sentía feliz trabajando junto a sus compañeros y poco a poco fue dejando atrás las peleas y los berrinches. Un viernes por la tarde, organizaron una feria para mostrar su jardín a toda la comunidad del pueblo.
Habían preparado carteles hechos a mano, vendían plantitas pequeñas que habían cultivado ellos mismos e incluso recitaron poemas sobre el cuidado de las plantas. Al finalizar el evento, todos los padres felicitaron a los niños por su trabajo tan hermoso.
La mamá de Mateo se acercó emocionada y le dijo: "¡Estoy tan orgullosa de ti! Nunca imaginé que podrías lograr algo así".
Esa noche, antes de dormir, Mateo le confesó a su mamá: "- Mamá, hoy descubrí que puedo hacer cosas increíbles cuando trabajo en equipo con mis amigos". Y así fue como Mateo aprendió una gran lección: que cuando dejamos de lado nuestras diferencias y nos enfocamos en colaborar con los demás, podemos lograr grandes cosas juntos.
Desde ese día en adelante, Mateo nunca más volvió a pelearse con sus compañeros ni quiso faltar a la escuela porque había encontrado algo que lo motivaba cada día: trabajar junto a sus amigos para hacer crecer ese bello jardín que les recordaba lo importante que es aprender juntos y cuidar lo que los rodea.
FIN.