El jardín mágico de Nico y Sofi



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, dos hermanos llamados Nico y Sofi. Un día, mientras jugaban en su patio trasero, encontraron una caja llena de semillas.

- “¡Mirá, Sofi! ¡Son semillas de flores! ” - dijo Nico entusiasmado.

- “¡Qué genial! ¿Y si las plantamos? ” - sugirió Sofi con una sonrisa.

Sin pensarlo dos veces, decidieron hacer un pequeño jardín. Reunieron palas, regaderas y un montón de tierra. Comenzaron a plantar las semillas, cada uno con mucho cuidado.

- “Esto va a ser mágico, Nico. ¡Imaginá cuántas flores vamos a tener! ” - exclamó Sofi.

Una vez que terminaron, regaron bien la tierra.

- “Es como darles un beso de buena suerte a las semillas,” - comentó Nico con una risita.

Con el pasar de los días, Sofi y Nico cuidaban su jardín, regándolo con cariño y observando cómo las semillas comenzaban a brotar. Pero un día, se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. ¡Las plantas no crecían como esperaban!

- “¿Por qué no crecen, Sofi? ” - se preocupó Nico.

- “Quizás necesitan más cuidados. Hablemos con el abuelo, él sabe mucho de plantas.” - sugirió Sofi.

Así que fueron a casa del abuelo, un experto jardinero viejo y sabio.

- “Por supuesto, niños. Las plantas necesitan más que solo agua. También necesitan amor y atención,” - les explicó el abuelo sonriendo. - “Además, quizás algunos insectos pueden ayudar.”

- “¿Insectos? ¿Cómo van a ayudar? ” - preguntó Nico, intrigado.

- “Hay insectos que polinizan las flores. Sin ellos, muchas plantas no pueden crecer bien.” - respondió el abuelo.

De regreso a casa, los niños se sintieron inspirados.

-

FIN.

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