El Jardín Mágico de Primavera
Era un hermoso día soleado y la primavera había llegado al jardín de la abuela Rosa. Los árboles comenzaban a brotar nuevas hojas, los pájaros cantaban alegres y el aire olía a flores frescas. En el jardín, Clara, una niña curiosa de seis años, estaba emocionada.
"¡Mirá, abuela!" - gritó Clara, señalando una mariposa que danzaba entre las flores "Esta se parece a un arcoíris. Quiero encontrar flores mágicas para hacer un ramo especial. ¿Me acompañás?"
La abuela Rosa sonrió y le respondió:
"¡Claro, Clara! Vamos a buscar las flores más hermosas del jardín. Pero, ¿sabías que cada flor tiene su propia historia?"
Clara abrió los ojos asombrada:
"¿En serio, abuela? Contame, por favor."
"Bueno, cada primavera, las flores esperan ansiosas a que alguien las descubra. Hay una flor que se llama ‘Sonrisa del Sol’ que solo florece cuando un niño ríe cerca de ella. Vamos a buscarla primero."
Así comenzaron su búsqueda por entre las plantas. Clara observó la diversidad de colores que llenaba el jardín.
"¿Y esta flor blanca, abuela?" - preguntó, señalando unas margaritas.
"Esa es la ‘Luz de Luna’. Florece durante la noche y sueña con ser adorada por las estrellas. Aquí, en el día, se siente un poco tímida."
Clara se agachó, acarició los pétalos suaves y dijo:
"Es hermosa. ¡Me encantaría ver cómo brilla en la noche!"
Continuaron su búsqueda, y de repente, Clara vio algo brillante entre los arbustos. Se acercó y gritó emocionada:
"¡Abuela, mirá! ¡Creo que encontré la ‘Sonrisa del Sol’!"
Era una pequeña flor amarilla que brillaba con los rayos del sol.
"¡Muy bien, Clara! Esa es. Ahora, para que sonría aún más, hacé volar tu risa. ¡Ríe bien fuerte!"
Clara, llena de alegría, se puso a reír, y la flor pareció abrirse aún más. La abuela aplaudió mientras ambas se reían juntas.
"¡Es verdad! Se ve más feliz. ¿Qué más podemos encontrar?"
Siguieron buscando y llegaron a un rincón especial del jardín, donde había una variedad de flores exóticas.
"Mirá, abuela. ¿Qué flores son esas de colores raros?" - preguntó Clara.
"Esas son las flores Arcoíris. Cada color representa un sentimiento: rojo para la alegría, azul para la tranquilidad, y amarillo para la amistad. Son muy difíciles de encontrar."
Clara pensó por un momento y le dijo:
"¡Vamos a hacer un ramo con todos esos colores! Aunque no sé si podríamos encontrar flores de amistad."
La abuela sonrió y le dijo:
"Ah, pero la amistad se cultiva, Clara. Hay que buscarla con el corazón. ¿Qué te parece si le hacemos un ramo a tu amiga Valentina?"
Los ojos de Clara brillaron:
"¡Sí! A Valentina le encanta jugar en el parque. Con este ramo, le haremos una sorpresa."
Ambas se pusieron a recoger flores de todos colores y tamaños, y cuando terminaron, tenían un ramo precioso.
"Estamos listas, abuela. ¡Valentina no se lo va a creer!"
Pero, justo cuando iban a salir del jardín, una pequeña nube comenzó a cubrir el sol, y las flores parecieron un poco apagadas.
"Oh no, abuela. ¿Y si se marchitan?" - dijo Clara, preocupada.
La abuela tomó la mano de Clara y le dijo:
"No te preocupes, Clara. Las flores son fuertes y valientes. Recuerda que aunque el cielo se nuble, nuestra alegría no puede marchitarse. Mira cómo los girasoles siempre buscan la luz. Sigamos adelante."
Así que, apretaron el ramo contra su pecho y caminaron hacia el parque. Al llegar, Valentina estaba sentada en un banco, con mirada triste.
"Hola, Clara. Hola, señora Rosa. ¿Qué hacen?" - preguntó Valentina.
"Venimos a traerte algo especial. ¿Estás lista?" - dijo Clara mientras levantaba el ramo.
- “¡Sorpresa! ” - exclamó Clara.
Los ojos de Valentina se iluminaron.
"¡Son hermosas! Nunca había visto flores así. ¿Me las regalás?"
"Sí, son para ti porque eres una amiga especial y siempre haces que me sienta feliz."
La tristeza de Valentina se desvaneció y, juntas, las tres amigas comenzaron a reír y jugar bajo el sol.
A medida que jugaban, la nube se fue y el sol volvió a brillar. Clara dio gracias por las historias del jardín, y la abuela solo sonrió, sabiendo que el verdadero poder de las flores estaba en la amistad y la alegría compartida.
Y así, mientras la primavera avanzaba, las flores del jardín siguieron floreciendo, llenando de alegría no solo el jardín, sino también el corazón de cada niño que jugaba entre sus pétalos.
"¡Hasta la próxima aventura!" - dijo Clara, mientras corren para jugar en el parque.
"¡Hasta la próxima, pequeñas exploradoras!" - respondió la abuela con una sonrisa.
FIN.